Inicio / Cuenteros Locales / emma_bovary / Carretera y manta
Nada parece tan grave
cuando el reloj del autobús
marca ya una hora
y cinco minutos
de distancia
y hablan esas voces
sin patria ni hogar
que habitan el hilo musical
para reanimar la soledad
de unos cuerpos extraños,
cuerpos enterrados temporalmente
bajo una oscuridad poderosa
que controla sus ilusiones,
aunque no esté en sus planes
apoderarse de ellas.
Nadie nos enseñó a esperar.
Con paraguas en medio
de una lluvia de estrellas.
Al abrirse la puerta
y bajar del autobús
nos dimos cuenta:
el cielo había bajado
a visitarnos.
Las nubes aterrizaron
y los charcos en el suelo
eran pedacitos azul celeste.
Tras el impacto primero
nos fuimos.
Nadie nos enseñó a quedarnos.
Porque una ciudad es también
su antes y su después,
su ilusión y su recuerdo.
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Texto agregado el 15-02-2006, y leído por 97
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