Sintió a sus espaldas pasos quedos.
Un beso en la nuca la estremeció. Unas manos, cada vez más apasionadas, recorrieron su cuerpo. No quería mirar hacia atrás.
Sabía que, como tantas veces, su amante era sólo producto de su imaginación
Texto agregado el 15-02-2006, y leído por 106
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Lectores Opinan
16-02-2006
Muy fuerte aquel poder que viene de nuestra mente... la soledad puede destrozarnos
Wenl_Asthent
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