35



-¡maldito blasfemo¡ Cómo te atreves a tomar el lugar de un Dios que no podes ni siquiera demostrar que existe?
El cura retrocedió ante el aliento fétido del vagabundo. Por más que las correas lo sujetaban con firmeza, tuvo la impresión que una de ellas estaba por ceder.
-¡vete, basura clerical disfrazada de pureza¡ ni tu ni los otros pueden hacer algo por este infeliz que tengo en mi poder¡...escupo tu podrida cruz y a tu maldita iglesia, son todos una sarta de mentirosos y embusteros que aprovechan la ignorancia de las masas¡
El vagabundo escupía cada vez con más odio sus palabras, haciendo titubear al cura, que tratando de armarse de valor comenzó un “Ave Maria”.
-DIOS TE SALVE MARI.... (¿Qué decís maricon?, ¿te escondes detrás de las faldas de una pobre infeliz que murió hace 2000 años sin entender nada?...A, LLENA ERES DE GRACIA, EL SEÑOR ES CONTIG... (¿Estas temblando pusilánime?, ¿no ves que tu Dios nunca existió?, ¿te das cuenta que sos parte del peor fraude de la historia?)O, BENDITA TU ERES...-
- ¡ESPERE PADRE¡DETENGASE... creo que puedo hacerme cargo de este ser.
El cura detuvo su rezo y miro al recién llegado.
- ¿Quién es usted?...váyase, ya tiene que estar por llegar el padre Adolfo...el va a realizar el exorcismo...
- JA, JA, JA, JA...conque exorcismo, ¿Cómo en la película?- rió el vagabundo dejando escapar un amarillento hilo de baba por entre la comisura de los labios
- PORQUE NO ESPERAS A HABLAR CONMIGO COBARDE...arreglemos esto nosotros- el recién llegado se acerco al cura y le puso una mano en el hombro.
- padre, déjeme con el...quédese...
-PERO ES EL Mismísimo DEMONIO... ¿no lo ve usted?...esta cargado de odio y rencor, y diga que los enfermeros lo ataron porque sino no sabría...-lloriqueo el cura tratando de recobrar algo de firmeza ante el recién llegado
- quédese tranquilo padre. Nos conocemos con el ser que habita en este pobre diablo...yo puedo ocuparme de el
El cura lo miro fijamente y noto que el recién llegado poseía una firmeza que el no encontraba en si. De todas maneras no podía dejar que otro lo desplace de su función, salvo un superior que venia en camino, según le habían dicho; y quien estaba frente a el no se había presentado.
- ¿Cuál es su nombre?- pregunto tímidamente
- ANSELMO SE LLAMA EL MUY HIJO DE PUTA ¡...DIGALE QUE SE VAYA...NO TENGO NADA QUE HABLAR CON EL-
El cura miraba a uno y a otro sin saber que hacer. Extrañamente, el vagabundo se había mantenido en silencio observándolos mientras hablaban con anterioridad.
- padre, vaya...descanse que tengo que hablar con este rebelde.no tema por mi, ni por el pobre diablo que esta bajo ese pellejo.
- exijo una explicación: ¿usted pertenece a alguna secta o religión?
- gracias a Dios, no...Solo creo en el y en su hijo...pero esto va mas allá de la fe padre...
- no entiendo...se que no es el lugar- dijo el cura echando una corta mirada al vagabundo que reía frenético- pero esta persona esta poseída por el mismis...
-no padre, no es el diablo...es solo un...no, no, esta bien...usted no entendería
-¿Qué es lo que no entendería?,este hombre esta así hace días...yo no estoy totalmente seguro...lo reconozco, pero este hombre esta..
- si, digamos que esta poseído, aunque no de la manera en que usted lo piensa...si quiere podemos hablar luego-
-NO, si tiene algo que decir dígalo ahora...yo de acá no me voy, no puedo abandonar a este hombre...
-ANDATE MARICON PEDERASTA ¡...SOS UN CAGON MALPARIDO...-volvió a gritar el vagabundo a todo pulmón
-¡¡CALLATE¡¡
Un silencio sepulcral cruzo la habitación después de que Anselmo detuviese la perorata del vagabundo.
El cura miraba a uno y a otro incrédulo.
¿Como había podido detener con tanta autoridad las blasfemias del ser que habitaba en el vagabundo?
No lo podía entender.
Había escuchado casos de exorcistas de otras religiones que expulsaban demonios, pero este hombre negaba pertenecer a religión alguna; entonces, ¿Quién era? ¿Que hacia allí?
Anselmo rodea al vagabundo despreocupadamente y parándose frente a el pregunto.
- ¿Cómo te llamas?
El vagabundo pareció dudar unos segundo, después, con una sonrisa socarrona respondió altivo
- 35
- ¿y porque estas acá?
- sabes que no te puedo decir que vine a hacer...digamos... estaba aburrido
- necesito hablar con tu jefe, BELZEBU- dijo Anselmo imperioso
-bien sabes que el no habla con cualquiera
- pero esta vez le puede interesar
- Anselmo...ja, ja, ja...no nos tomes el pelo...no sos tan tonto como ese que esta ahí- respondió el vagabundo mirando con desdén al cura- si mi jefe quiere saber algo, lo averigua por sus propios medios sin hablar con peones.
Anselmo sonrió junto al vagabundo.
Resultaba extraño verlos reír al unísono, como dos viejos conocidos que se conocen y se deben algo, tratándose entre ellos como veteranos contrincantes con una partida que nunca terminaron de concretar.
- esta bien, bueno...podes dejar a este vagabundo, no molestes como un niño travieso a esta gente...déjalo seguir su vida
- ¿y porque lo voy a hacer?...para que después le digas al cura la verdad...que los exorcismos son una pantomima...
- esta bien 35...prometo no decir nada al cura...solo deja a este vagabundo...hacelo y nos vamos
- siempre haces todo tan fácil Anselmo...dime, ¿Qué novedades tienes?
-nada que no sepan ustedes...el hijo magisterial esta pronto a venir
- me estas mintiendo Anselmo...nosotros suponemos que ya esta en la tierra, lo que pasa es que aun no se anuncio públicamente- interrumpió 35 con vehemencia
- es posible 35...sabes muy bien que yo no se todos los secretos que maneja la fundación.
35 parecía dudar.
- eso ya lo se, como también se que ese hijo magisterial puede estar ya aquí, cumpliendo funciones, y nosotros no reconocerlo
Anselmo camino alrededor del vagabundo algo inquieto, mirando su reloj de pulsera.
- bueno 35...creo que va siendo hora de que dejes a este hombre tranquilo- cambio de tema Anselmo con cierta impaciencia-...no queda mucho por hablar-
-¿Qué es lo que te tiene inquieto?...pareciera que tuvieses una cita impostergable...yo no pedí que...
-NO, ya lo se...vine porque me dijeron que alguien estaba en el cuerpo de un vagabundo por estos lugares...
- ¿Quién te lo dijo?- pareció atemorizarse 35
Anselmo supo que la charla estaba por terminar. Lo tenía en sus manos.
- alguien que te conoce y te busca hace tiempo
- ESTAS MINTIENDO... ¿QUIEN?
Anselmo teatralizo un poco, mostrándose como que dudaba en decirle su motivo.
- no puedo decirlo...pero creo que se encontró contigo en... ¿como me dijo?... ¿Estocolmo?
La sola mención de Estocolmo hizo que 35 se sobresaltase.
Anselmo sabia que 35 y otros tantos como el, habían tenido una incomoda situación con un ser superior en dicha ciudad, a fines de los 90. De ahí el miedo que pareció demostrarse en 35
- tienes razón Anselmo...puedo hacer lo que tenia que hacer en otro lugar...este vagabundo no tiene nada que me interese...y ese patético cura ya me dio el suficiente asco como para irme y no verle la cara por un buen rato.
El cura aparecía atónito ante la charla que tenia lugar en esa reducida habitación.
No entraba en su cabeza que alguien pudiese hablar con tanta parsimonia con un endemoniado, salvo que el mismo sea un demonio tambien.
La idea cruzo fugaz por su mente, pero a los pocos segundos la descarto.
Algo le decía que Anselmo era algo muy distinto a un diablo encarnado.
35 sonrió a través del vagabundo y levanto una mano en señal de saludo hacia el lugar adonde estaba el cura.
- ....me.... ¿adonde estoy?...tengo hambre- dijo el vagabundo, como despertando de un largo letargo.
El cura miraba incrédulo como parecía recobrarse lentamente. De pronto tuvo un acceso de valentía y camino hacia el poseso, notando que sus facciones se habían aliviado truncándose por un rostro lastimero y cansado.
Allí, adonde hacia momentos había un ser maligno, yacía un hombre atormentado por el a hambre y el cansancio.
A los pocos segundos llegaron 2 enfermeros que atendieron al vagabundo.
En ese momento, Anselmo salio de la habitación, con el cura detrás de el siguiéndolo, con el corazón lleno de dudas.
- Anselmo, o como sea su nombre... ¿como lo hizo?...ese hombre estaba poseído por un demonio que decía llamarse 35, y usted hizo que se vaya sin ningún esfuerzo, sin ninguno de los métodos convencionales que utiliza la santa iglesia...co...co... ¿como lo hizo?...explíqueme.
- Anselmo detuvo su marcha unos instantes y miro hacia el amplio patio buscando las palabras adecuadas.
- padre...solo utilice las certezas que tengo...los ritos que su iglesia avala son de otro tiempo, cuando las posesiones malignas eran verdaderas y no simples escaramuzas como esta...35 es uno mas de tantos seres que pululan con sus certezas equivocadas por esta tierra...el no es un demonio o algo parecido....es solo un rebelde que vive aquí, y nació aquí...se que usted no me entiende, pero estos seres no son demonios
El cura escuchaba atentamente.
Su formación teológica le impedía creer estos razonamientos, pero la prueba la había visto con sus propios ojos.
-solo me quedan hacerle dos preguntas- dijo al ver que Anselmo miraba repetidamente el reloj-dígame: ¿Cómo sabe esto?, y... ¿quien es usted?...el ser que habitaba en el vagabundo sabia su nombre...como si se conociesen de otro lugar
- es cierto...conocí a 35 hace unos años...pero eso es una larga historia...solo puedo decirle que 35 es algo...como decirlo...es demasiado inquieto, aunque por lo que he visto es bastante inofensivo. ¿Qué cree que hacia en el...digamos”cuerpo” del vagabundo?
- no lo se...supongo que atormentar al desdichado
- bueno...no exactamente...el vagabundo tuvo que permitir que 35 entre en el, aunque sea de manera involuntaria, invito al ser a que resida en el por un tiempo. Imagine usted padre que el vagabundo hubiese andado suelto por las calles con 35 en su “interior”... ¿que cree que hubiese pasado?
- no lo se
- simplemente nada...35 no puede hacer nada en contra de la voluntad del vagabundo.
El hombre no hubiese salido a matar gente por ahí, como un lunático, si la voluntad de el no era esta- Anselmo se explayaba con tal seguridad que el cura estaba notoriamente anonadado-...posiblemente 35 se hubiese entretenido un tiempo, insultando mujeres...
- insultando a los curas- interrumpió el cura con una gélida sonrisa. Todavía resonaban en sus oídos los insultos y blasfemias proferidos por el vagabundo.
- exactamente. Ustedes, los hombres de “fe” son el blanco preferido de ellos. Les gusta alimentar la leyenda que el folclore popular y la iglesia crearon sobre las posesiones.
- bueno Anselmo...usted tiene definiciones un tanto radicales. Creo que usted odia a la santa iglesia católica.
- yo no lo llamaría odio. Admiro la labor de los curas que tratan de ayudar, pero me molesta la forma en que sus cúpulas superiores saben y manipulan la verdad que tienen entre sus manos...ellos saben mas de lo que le transmiten a ustedes y a sus fieles
- bueno...muchas veces he escuchado criticas a la iglesia pero después de 2000 años sigue viva y vital...pero permítame algo...no respondió totalmente mi pregunta... ¿quien es usted, o para quien trabaja?
Anselmo miro hacia su automóvil; habían cruzado el amplio patio y llegado al polvoriento estacionamiento del hospital.
Tenía que irse y ya había hablado demasiado, rompiendo con la promesa hecha a 35 de no contar nada.
De todas maneras, el y 35 estaban en bandos contrarios.
- padre...el vaticano y sus superiores saben para quien trabajo. Ellos también tienen en sus manos las verdades que yo manejo, solo que no les conviene que esta se sepa. Yo solo soy un eslabón en una cadena que el vaticano trata de ocultar.
Pero sepa padre- prosiguió- que esa verdad ya esta a la vista de las almas curiosas y buscadoras de la verdad; usted mismo, si se quita los dogmas fosilizados de las religiones que no evolucionan como la católica, y busca un poco...solo un poquito, encontrara letras que le iluminaran la mente y el corazón...busque padre, ya lo dijo Jesús” felices los que tiene necesidades espirituales, porque de ellos es el reino”
El cura se recompuso totalmente: ya no era ese cura asustado que estaba delante de un vagabundo poseído por el demonio; era el cura de la iglesia, ministro de Dios, representante de la santa madre iglesia católica, y no iba a permitir que pisoteen el terreno que el manejaba.
Sabia que había sectas por doquier que trataban de captar adeptos cueste lo que cueste, de esta manera sostenían una red a nivel mundial que les permitía difundir un mensaje equivocado sobre el padre.
- le agradezco su invitaron pero mis creencias se mantienen firmes: soy un soldado de Jesucristo y devoto de la virgen
Anselmo subió a su auto y devolvió la arrogante sonrisa del cura con una mueca de lastima.
- sabia que diría eso padre...que tenga un Buen día- se despidió tratando de estrecharle la mano de manera amistosa.
El cura rehusó con disimulo y con una leve reverencia se alejo.



El camino de tierra envolvió el auto de Anselmo mientras se alejaba con rumbo al sur; mientras cruzaba la ruta, le pareció ver algo a un costado de una arboleda.
Disminuyo la velocidad y dio un giro para volver sobre la marcha por el camino contrario al que llevaba.
No sabia que buscaba, pero bajo del auto y husmeo en la solitaria arboleda, como si hubiese dejado algo olvidado entre la espesura. Perdió en la pesquisa solo unos minutos y retomo la marcha indiferente, sin notar que detrás de un abeto, 35 y otro ser como el lo observaban irse.