Un día más me despierto y tú vuelves a mi. Como si de una brisa matutina se tratara, tu recuerdo inunda mi cuarto pero deja vacía mi almohada. No estás. Hace mucho que no estás, pero tu recuerdo me acompaña cada noche y sólo tu sonrisa hace desaparecer esas lágrimas derramadas por que ya no estás.
Me levanto, me aseo y me visto pensando en ti. Tu nombre está escrito en mi espejo y tu sombra se convierte en mi compañera de lo cotidiano. Nos reímos, lloramos, jugamos, hablamos.... pero tú no estás. Te has quedado en aquella estación, primavera, mientras la llegada del verano me quemaba, me ahogaba, me mataba.
En la calle, recuerdos de nosotros, de nuestras vidas... pero tú tampoco estás. Apareces y no respiro. Me transformo, me escondo. Mi máscara, feliz, saca lo mejor de mi. Ella me protege. Tú te ríes, me preguntas, me cuentas, me propones, pero no estoy. Mi esencia se ha ido y sólo mi cuerpo con su máscara se posan frente a ti como si nada estuviese ocurriendo.
De café en café te voy conociendo otra vez pero tu sombra me angustia, me recuerda lo que fuimos y lo que no somos. Voy al baño. Tu recuerdo me acompaña. En el espejo te hablo pues tu sombra está ahí, a mi lado, sentada, esperando a ser material. Me saco la máscara y mis ojos son ríos de agua salada. Sólo ella sabe como es mi día a día. Sólo ella sabe de tu existencia y lucha por salir. Me pongo la máscara, cada día más grande y más pesada, y mi esencia se va. No quiero que ella esté a tú lado. No lo deseo....o si, pero me mataría.
El tiempo transcurre y tus palabras son dardos que me hacen reaccionar y volver a esa realidad oscura, triste, solitaria por que no estás. Alguien tira de mi diciendome que nos vayamos, que por hoy la terapia de choque llegó a su fin. No sirve, no cura. Sólo engaña.
Vuelvo a mi cuarto y ahí estás tú, tranquilamente sentado en la silla, mirándome, sonriendo. Me acerco tímido y sonrojado, pero ya no estás. Tu olor lo impregna todo. Voces de un cantar llegan desde el salón. Cantar versado sobre la amistad. Dulce voz. Gratos recuerdos, sonrisas. De pronto tu sombra aparece, mi tristeza aumenta y tu recuerdo toma mi almohada.
Ahí estás. Acostado boca arriba, esperándome. Esta noche llueve y hace frío. Duermo. Me abrazas. Te abrazo. Recorro el camino al mundo de nosotros dos. El mundo de "nunca jamás" lo llamo. Allí amanece. Me besas. Hacemos café. Me besas. Hablamos. Me acaricias la cara. Te beso... De pronto un sonido estrepitoso. Abro ansioso los ojos. Miro y ya no estás. Te has levantado y ya no estás. Me duermo en nuestra almohada y pienso en ti y vuelvo a "nunca jamás" en donde tú estas. Me quiero quedar pero mi esencia me despierta y me recuerda que ya no estás, que no te tengo y es entonces cuando tu recuerdo me consuela y tu sombra me acompaña.
Quisiera gritar, llorar, correr por las calles como un loco recien escapado de su mundo, pero no me dejas. Sé lo quedebo de hacer cada día. Callarte, desearte en este profundo silencio, besarte mientras me hablas con labios de papel. Quiero sacarme la máscara ante tu presencia, pero tu recuerdo no me deja. Es mi prisión particular, en donde tú estás, donde te puedo besar, donde eres mío y yo soy tuyo. Aquí y ahora, yo soy tuyo y tú del mundo. De ese mundo que me recuerda que no eres mío, que ya no estás. Lo odio. Me aferro a ti pero te me vas. Te escurres entre mis palabras para seguir adelante sin mirar atrás. Quiero decirte, pero no estás. Lloro, me deshago en lágrimas amargas por tu fantasma, por aquellos besos que un día fueron mios y hoy son del aire. Corro a mi casa y allí estás. Sentado, sonriente. Me miro al espejo y tu sombra me sonríe. Llevo la mirada rápidamente a tu silla y ya no estás. Me acuesto en la cama y nuestra almohada te traerá a mi lado. Me acariciarás, me harás reir aunque se que no estás. Iré a "nunca jamás" en donde me estrás esperando, en donde me estarás deseando. Seré feliz. Sonreiré, me sonreirás por que allí es donde estás. Mi vida contigo siempre será en "nunca jamás" |