Comala Vine a Comala porque quería oír a las piedras y al polvo ahuyentar las palabras. Vine a Comala porque no creía en su sol. Las sombras, cuando fui, eran como grandes cuerpos protectores. Había que seguirlas hasta que los huesos y la garganta dejaran de sudar. Vine a Comala no para sentir sus murmullos, vine para poder olvidar. Ahora que estoy en Comala, escucho la voz de uno de sus habitantes: “esta Comala, no es la de Juan Rulfo”. Tenía razón.
Texto agregado el 14-02-2006, y leído por 167 visitantes. (1 voto)