Movimiento circular.

El tedio y la apatía eran los actores principales de su circo, la acompañaban en su incansable caminata circular, llevándola de la mano hacia una incierta caída. La duda era quien le acariciaba el cabello y le respiraba al oído. La decepción la besaba con labios amargos, mientras que el miedo la tomaba con los brazos fríos de una vacilante estadía.

La acompañaron hasta que él llegó, cubierto con la sabana de la tranquilidad, con los pies descalzos y sangrantes. Llegó sin ser llamado, como tormenta en el desierto, impredecible. La cargo en sus brazos como a un niño, llenándola de cuidados y atenciones. Él jamás volvió a mirar sus pies.

Una noche se fue sin despedirse, sólo la miraba de lejos. Raudos retornaron los antiguos compañeros. La primera en llegar fue la decepción, besándola con labios más acres esta vez. El tedio y la apatía volvieron a ser sus amantes, compañeros fieles. Ella jamás lo volvió ver, tampoco se acordaría de él, realmente no tenía tiempo para hacerlo, se encontraba demasiado ocupada con sus antiguos compañeros.