Ella consulta su signo en el horóscopo del diario. Aunque también a veces asistía a misa. Una vez incluso le prendió una vela a Santa Rita. Tiene un crucifijo colgado del cuello y otro a la cabecera de la cama. En la cocina, sobre la estampita de San Cayetano, se marchitan unas espigas de trigo. No pasa nunca por delante de una iglesia sin persignarse. Santa Virgencita Desatanudos, apiádate de ella!, que en su inocencia también evita pasar por debajo de las escaleras, esquiva los gatos negros y se siente incómoda con el número 13. Ella lee a Bucay, a Coelho, sabe todas sus zonas erróneas, nunca perdió su pedazo de queso, su armadura reluce brillante, Juan Salvador Gaviota la acompaña desde su adolescencia. Ella practica yoga, se descontractura con la acupuntura, bebe agua Ser 0%, usa edulcorante ¡jamás azúcar!, cuando le duele la cabeza se toma una aspirina, o se aplica magnetoterapia, tiene incluso la pirámide energética, no se si se afilan los cuchillos pero ¡queda tan linda! entre las velas y el aromatizador y los sahumerios, flotan los tules sobre las paredes. Tampoco esquiva las flores de Bach, los globulitos homeopáticos ni las sesiones de musicoterapia. Aunque eso si, para el análisis de colesterol recurre a un prestigioso laboratorio tradicional. Primero el psicoanálisis tradicional, luego algunas terapias grupales un poco más de avanzada, quizás la hipnosis que también probó, en todas ellas invirtió sus monedas duramente ganadas. Nunca encara un proyecto sin consultar su biorritmo. El Feng-shui dicta los parámetros según los cuales ha organizado su departamento. Si aún así un leve dolor en el cuello la incomoda, no será nada que una sesión de reflexología, o unas buenas pasadas de Reiki no puedan solucionar. En todo caso nunca descuida la consulta de los hexagramas del I-Ching, el color de su aura o los arcanos ocultos en el horóscopo maya. Ella cree firmemente en el tarot, la lectura de la borra del café, los extraterrestres del Uritorco y una miríada de Verdades Universales que la mayoría de los incrédulos no llegamos a percibir, y sin embargo, ella tampoco es feliz.