Esa mañana, como las últimas en las tres décadas anteriores
Ajuste mi cronometro y me dispuse a correr, en bien de mi circulación.
Al llegar a la mitad del parque y sintiendo una vez mas que el aire me faltaba, me detuve….
Volteo hacia atrás, hacia el lado derecho y después al izquierdo….nadie me veía y menos aún me seguía…entonces pensé….¿Por qué diablos estoy corriendo como loco?
No estoy inscrito en ningún maratón, tampoco tengo que jugar el domingo…¿Entonces por qué me forzó en esta forma?
Empecé a caminar y…
La mañana cambio totalmente, sentí la tibia brisa del verano en la cara, lo verde y frondoso de los árboles, el suave murmullo de las hojas movidas por el viento, ver volar a las pajaros.
Eso te platico hoy…
Cuando reposo mi cabeza en tu regazo
¿Cuando tiempo hacia que no te decía, te quiero?
Hoy que el león no corre tras la veloz gacela, buscando saciar tu apetito y motivado por su instinto.
Ahora veo la gacela, pero la admiro, veo como su silueta corta el viento, como sin tener alas parece suspendida en el cielo.
He dejado de competir, he dejado de pelear por ser el primero en todo.
No busco más la excelencia, pero me siento satisfecho.
Eso te platico hoy.
Que con calma veo toda tu ternura en esos ojos de miel.
¿Cuánto tiempo hace que no te decía, te quiero?
Tenia miedo de perder la juventud, tenia miedo de la palabra madurez, me río ahora, me gustaba que dijeran que yo era maduro, pero temía llegar a esa edad.
Hoy que mis sentidos han aprendido que no es la cantidad lo importante ni menos aún el número de veces, disfrutó el sabor, el olor, el calor de una mujer, pues al fin tengo tiempo de dar, de entregar sin pensar en como me van a calificar, solo dejarme llevar.
Mis recuerdos son obedientes, me trasportan mas rápido que lo haría cualquier atleta, y me sorprende que me permiten sentir como cuando sucedió.
Me gusta ahora pensar, no en lo que he dejado de hacer, sino en lo mucho que tengo por hacer.
Tal vez mi estado de animo, mi nueva manera de ver la vida, desde que pare ese tirano cronometro, algunos le llamen conformismo, vejez.
Tal vez, tal vez, lo acepto, pero como me siento, como disfruto, yo lo llamo madurez.
Por eso ahora, tomándote de las manos, ya no te preguntó, ahora te digo.
¡Cuánto te amo!
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