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Pibe, pequeño, pecoso.
Yo calculaba que tenía unos 8 años.
Paraba en las esquinas céntricas de la Metrópolis y el clima parecía una caricia para su siempre vestimenta que consistía en una bermuda que en algún tiempo fue roja, en unas sandalias un número mayor que el de su piecito y en sus
Dos abrigos que contrastaban en el corto y el largo de su manga de color azul gastado y con alguna polilla feliz que había saciado su hambre con él.
No hacía nada. Sólo pasaba el tiempo en la esquina. No pedía nada.
Pero siempre algún transeúnte que pasaba le tiraba con alguna moneda para “ayudar a sus papás”, el panadero de la esquina con algún flautín para “engañar al estómago” y el kiosquero algún cereal para “una equilibrada dieta”.
¿Escuela?. No puedo- decía – llevo a casa lo que recaudo y se lo doy a mamá para que compre el agua negra para papá que…pobre! …Pasa acostado y mal, y cuando se levanta le pega a mamá si no hay agua negra. Es el remedio que precisa papá para que estemos bien, porque se pone cariñoso; no sé; algún dotor se lo ha recomendado.
Maxi –así le decíamos al pibe- tenía un poder especial.
Ese chiquilín de la calle había sido tocado por la varita mágica y podía ver los hombres desnudos de cuerpo; es decir, podía ver el alma de la gente. Igualito a una máquina de rayos X que mostrara sentimientos. Y Maxi, nunca dijo nada que podía tener esa visión.
Por eso no se preocupaba por otra cosa que por su esquina.
No pedía nada.
Nada material, aunque todos entendiéramos otra cosa, porque sus palabras siempre eran: “una ayuda por favor”
Y no necesitaba ni siquiera que lo miraran, porque él, con su poder mágico, ya sabía… y callaba.
Sus ocho años y su cara sucia y pecosa, con algunos dientes de leche que le faltaban obviamente causaban distintas sensaciones en los transeúntes que a su lado pasaban, e incluso los que no pasaban a su lado, y cruzaban la calle unos metros antes de su presencia por miedo a que les fuera pedida alguna dádiva.
Con el único que habló un día fue conmigo.
Y no le creí. Me contó cosas que me dejaron perplejos.
Me contó que era un ángel, y que había venido a intentar poder aunar los sentimientos de los ángeles con los de los humanos.
- Mira: te voy a contar algunos casos que me pasaron-dijo con su tímida vocecita-, lo que te va a demostrar que en cierta forma me humanicé y no pude guardar secretos que no debería develar.
Una señora, muy elegante ella, hace un tiempo pasó por aquí y sacó una moneda cuyo valor no recuerdo ni yo ni seguramente ella, y la depositó en mi mano, intentando no tocarme la mano para no ensuciarse. Entrecerré los ojos (eran de un azul profundo), y pude ver que se estaba tranquilizando…en realidad se estaba ayudando a ella misma, porque venía de alguna reunión importante donde las conversaciones rondaban en los réditos de las empresas de sus maridos, y sus nuevas y ostentosas adquisiciones. Como no soy humano, no entendía porqué era feliz disfrutando eso, pero acepté agradecido la moneda, y no me dijo nada.
Un hombre muy importante, presidente de un Club de beneficencia, desde cincuenta metros de verme se metió la mano en su bolsillo, y yo pensé”: qué bien ese señor; viene con ganas de ayudarme”, pero cuando se acercó y me dio dos monedas, entrecerré los ojos y ví que su alma decía que quedaba feo que el Presidente del Club no le diera una limosna a un niño, y me miró sonriente y se fue. Le agradecí y volvió a sonreír.
Otro señor, político él…no dudó en sacar un billete, acariciarme la cabeza, preguntarme por mi casa, si iba a la escuela, si conocía Montevideo, etc.…. Entrecerré los ojos y tuve la visión de que quería perdurar el mayor tiempo conmigo para que la gente lo viera, y mostrar el billete que me daba para que nadie fuese a decir que era miserable…. Eso me molestó un poco, pero como soy un ángel, no le dije nada.
Un niño de mi edad, acompañado por su mamá, me miró de frente y se quedó paradito mirándome…. Entrecerré los ojos y vi que sentía lástima. Me dio un caramelo que tenía…. ¡El único que tenía!. La mamá lo increpó y le dijo a viva voz:”no te doy más plata para que andes regalando las cosas por ahí”.
Otro simplemente cruzó la calle antes de llegar a mí, y cuando miré su alma, vi vergüenza de ayudarme…era muy introvertido
Otro no quería que lo vieran, otro transparentó un sentimiento de repudio hacia mi papá y mi mamá, y pensó “qué padres malvados. Mandan buscar monedas a los chiquilines y no laburan y encima les pegan si traen poco”. Es verdad, pero: ¿qué culpa tengo yo?. Menos mal que soy un ángel, porque si no, le hubiera preguntado qué hubiera hecho él en mi lugar, y me dio una pena muy grande por todos los chiquitos que de verdad tienen ese problema.
Y yo sólo les pedía una ayudita.
La presidenta de la una protectora de animales, estaba también en la calle, acompañada de un montón de gente y niños de túnica blanca pidiendo en latas que tenían las fotos de perritos y gatitos monedas, y todo el mundo depositaba monedas en sus latas. Entrecerraba los ojos y mostraban orgullo porque miles de perritos y gatitos estarían bañaditos, cuidaditos, calentitos y mimados; y además les buscaban dueños para que fueran mascotas felices. Sentí de nuevo que me estaba humanizando, porque me pregunté: ¿dónde está la sociedad protectora de niños como yo?
Como verás, hermano mío –me decía-, los ángeles y los humanos nos podemos unificar. Te estoy contando esto a ti, a quien he elegido para develar uno de los secretos más grandes del cosmos y tu, que me estás escuchando como si fueras un ángel, cuando entrecierro los ojos me muestras tu vanidad, porque estás sintiéndote el elegido de la confesión…y yo te pedí sólo una ayudita.


Me sentí mal, descompuesto. Me sentí una inmundicia, pude por un instante saber que no existen índices de hambre infantil, sino niños que no comen, que no existe el índice de maltrato familiar, sino padres que golpean a sus hijos, que no existen los índices de alcoholismo, sino que existe gente que toma y se emborracha.
Nunca supe más de él…
Un día, en el diario local veo”: NIÑO MENDIGO MALTRATADO POR SU PADRE ALCOHOLIZADO FALLECE EN EL C.T.I”
Era Maxi…
Simplemente volvió al Cielo. Como lo que era: un ángel

Texto agregado el 10-02-2006, y leído por 197 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
24-04-2006 Este ha dolido mucho. Porque me pasaba lo que el niño que le dio el caramelo. Terminaban diciéndome que nunca tendría suficiente para ayudar a todos, y así empecé a tejer mi coraza... Dices muchas verdades que comparto, demasiadas. Un abrazo Ikalinen
16-02-2006 y que hacemos ante todo esto??? solo mirar y sentirnos mal...me gusto mucho tu historia, me deja con variedad de sentimientos... larus
15-02-2006 Que triste. honeyrocio
15-02-2006 Cruda realidad... 5* c_posada
 
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