Soy la arcilla del cenagal que creaste, blanca y fría, nunca transparente. La que tus manos doctas trataron de moldear inconsistentemente, porque la escultura sólo terminó en polvo. La figura trizada de la imagen que quisiste perpetuar.
Texto agregado el 10-02-2006, y leído por 135
visitantes. (2 votos)