Cuando nos volvimos a encontrar lo primero que sentí fue la necesidad de abrazarlo,
Cuando empezó a hablar me fui perdiendo entre sus palabras.

Mientras sentíamos como el otoño nos bañaba con una lluvia de hojas de mil formas olvide por completo que estaba entre sus brazos y también olvide lo que había a nuestro alrededor.

Lentamente fuimos recordando todas las cosas bellas que habíamos vivido y de igual forma con la sutileza que le caracteriza fue acercando su rostro al mío, miradas van y vienen.

Ya me estaba poniendo nerviosa (sus manos en mi rostro hacían que me sintiera especial), de repente un par de gotas de lluvia cayeron en su rostro( humm me encantaba como corría a esconderse de la lluvia).
¡Hay Dios renegaba por el frío y por la lluvia! Y... cuando el menos lo esperaba, la lluvia, si esa misma de la que el huía me empujo a hacer algo que yo no quería, pero que el debió hacer mucho tiempo atrás, le robe un beso, luego sonrió dejo de correr me abrazó y me devolvió un dulce beso que nos tele transportó a un mundo de fantasía.

Cuando regresamos al mundo real no sabíamos lo que había pasado, pero si estábamos seguros que ahora la lluvia era nuestra amiga y confidente.