Así la espiga erguida y frágil
apenas la mueve el viento,
así se contornea con cada paso
lozana, glamorosa, tenue y sutil.
Corta como un barco las aguas
y la estela de su aroma
brisa va dejando complacida
y en la retina y en el paisaje
una dimensión fortuita de mujer.
Una sensación de minoría
me despierta sobre la piel
casi un escalofrío subcutáneo,
el cese de un respiro
pues el oxígeno se distrae.

Abunda un vacío que cede su espacio
y las velas flamean con el viento,
como una ilusión óptica vesperal.
Como una pez lubricado te escurres suave,
apenas roza tus matices la brisa
y un aire de complacencia te distingue
al sentirte observada sin límites.

Es tuya la mañana que transitas,
como de una hoja la caída vertical.
Es tuyo el entorno sumiso
y la rutina rota en tu presencia.
Es un ave de vuelo plano y plácido
con sus alas en perfecta simetría.
27.10.2005