A mi tía AnaCecilia, que gustaba de mis relatos cuando la enfermera abusaba de su cuerpo y el enema.
"Pasame un poco de crema Beto, que tengo la espalda que me está quemando" dijo Cesar, que en ese preciso momento tenía una sonrisa bastante socarrona por algo que acaso habría estado pensando. Beto tomó la cámara y le sacó una foto (CLICK)(O DOBLE CLIK tal vez, no sé), y luego le dijo a Cesar que el sol le daba divinamente y por eso el atrevimiento fotográfico, a lo que Roberto los miró de reojo esbozando un enojo. "¡Dale loca! Dejá de mosquear a la gente con las fotos y pasame un poco de crema, el sol está fuertísimo y no sé si voy a poder soportarlo. En los hombros, sí, así va bien." "¡Pero qué no vas a aguantar tonto!", le dijo Beto, que en ese preciso momento esbozaba otra sonrisa socarrona (pero un tanto más enamorada y mas pasiva), por algo que acaso estuvo pensando y enhorabuena recordó. Mariano estaba en el agua y agachado juntaba caracolas. Eran las 12 del mediodía y los muchachos ya habían comido y bebido (por igual.) En eso interrumpe Cesar "¿Se dan cuenta del Silencio Che? Esta playa sin duda es el escenario perfecto para un cuento", y mientras el Beto le frotaba la espalda y el bronceado se volvía un tanto pálido sacó una hoja y se puso a dibujar una banana. "La playa, la playa, la playa", suspiraba Beto, ¡Quién pudiera vivir cerca de esta playa! Suavemente soplaba el viento y suavemente (para no variar) se escuchaba el ruido del océano a unos pocos metros. Roberto reía y miraba el dibujo. El Beto: (frota que te frota) y mientras la espalda de Cesar era ya un palmito de tanta crema, escuchaban otra vez el viento que soplaba suavemente y otra vez el mar (para no variar) que volvía a mugir como una vaca moribunda. "¡Qué chancho!" le dijo el Beto al Cesar (algo raro salía de la punta de la banana dibujada y los tres reían). Y Cesar que no podía parar de imaginar cosas o no podía parar con esa sonrisa de lo más socarrona; en fin. Mariano continuaba agachado, y secretamente disfrutaba del juntar caracolas como extraña vocación de primeras horas, por eso mismo meta que te meta con el agua hasta las rodillas y el culo levantado. "¡Mariano! ¡Mariano! entonces gritaba Robert, "Vení un poco a la sombra que el sol te va a hacer daño!!"... (El viento entre todos prodigaba lamentos.) Y "andate a la mierda" pensaba Mariano, cansado ya un poco de tanto recibir (instrucciones)... Qué ponete así, que vení para acá, que se fuera a la mierda el Roberto este y el AveCesar de los cojones, que le dieran por el ombligo a los dos y muy a pesar de poner la platita. "¡La playa, la playa, la playa, la playita", suspiraba el Beto (tan suave como el viento); luego le aconsejaba a Cesar que esa toalla de Disney le dejaría marcas imborrables (reían.)
Hacia las diez de la noche y ya en Restaurante "Los corderitos", los cuatro brindaban con Drive Martinis y coincidían de que "Nunca habían sido tan felices desde la clausura de Spartacus". Cuando de pronto Ave Cesar confiesa: -"Che, las hemorroides me están matando!". Y los cuatro devuelta locas de risa...
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Colorín colorado, este cuento ha terminado.
Y muchas gracias por su generoso sentido del humor, espero que le haya gustado. SALUDOS.
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