Hemos cabalgado bajo la lluvia
sin dejar de matar
fantasmas de hierro,
el amor nos espera
en la tibieza rosada de unos
calzones que sostienen el cielo
y un corpiño enceguece
las montañas del averno.
Ante la duda hemos dado
vuelta a la mirada
antes del plazo concedido,
entonces nuestra piel se aleja y
la estrella en que se convierte
se incrusta en tus costillas
para recordarte que algo
te faltaba.