Uno siempre busca un tesoro, recóndito en algún lugar, tal vez lo idealizamos tanto que jamas lo vemos, yo nunca conocí a alguien que lo hubiera encontrado, o por lo menos supo guardarse muy bien el secreto...
Cuando lo buscamos intensamente, el hilo de la vida se aleja tanto de donde uno se halla que por lo general se hace inalcanzable...
Cuando lo buscamos desesperadamente, nos volvemos tan ciegos que solo encontramos tesoros de barro que solo podrán limpiarse con nuestras propias lágrimas...
Cuando lo buscamos caprichosamente, nos encuentramos con falsas joyas o baratijas sin valor que aunque nos conformen con su brillo no nos alcanzará toda la vida para pagarlas por buenas...
Cuando lo buscamos desinteresadamente, encuentramos un gran tesoro que con el tiempo se transforma en madera, luego en hojas para terminar en polvo.
Cuando ya no se busca por tener cansada el alma, el corazón árido, la piel fría, la sangre quieta y la mente perdida, viaja en la inmensidad una mano que se tiende y te devuelve la vida y los sentidos, y es allí cuando viene el tesoro mas preciado y mas invisible a lo material, y ese tesoro eres tu, que mientras yo caía como un pétalo en un abismo, me tomaste con una fuerza
sobrehumana, para nunca mas soltarme, y pudiste mas que toda la fuerza del universo, y tu cobijo se hizo esperanza, luego amor, luego lágrima, todo para expresar nuestra felicidad.
Quiero cobijarme eternamente entre tus suaves alas y por favor no me dejes nunca si es verdad que me amas porque sino me espera un abismo que no tendrá fondo, y mi eterno dolor no será caer, sino el saber que injustamente pude perderte...