La tía Patricia había llegado de sus vacaciones por Europa, justamente el jueves en que se cayó el techo. Al bajar del taxi, vio en la entrada de su casa a los bomberos, la policía y mucha gente agrupada, curiosos y ladrones aprovechando para saquear la casa en cuanto se retiraran las fuerzas policiales.
¿Qué está pasando aquí?, ¿Qué le han hecho a mi casa?, preguntó la tía Patricia, muy asustada. -No se preocupe señora, tenemos todo controlado, contestó el jefe de los bomberos, en tanto rompía la puerta principal con un hacha.
- Oiga, yo tengo la llave, no destruya mi casa, dígale a sus hombres que dejen de echar agua dentro de mi casa, ¡basta ya! - Es nuestro deber velar por la seguridad de los ciudadanos, fuimos alertados de un estruendo y es por eso que estamos aquí, debemos investigar que es lo que sucede, ahora señora por favor apártese y déjenos cumplir nuestra misión.
La tía Patricia ya no escuchaba, corría como una loca, gritaba, basta, basta, basta y bajaba la cuesta estrenando su locura recién llegada de Europa.
21 de julio de 1997
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