Llegó ese mediodía en un vuelo de TAME, el vaho del calor guayaquileño, subiendo por las escalinatas del avión lo recibió. Estaba contento, con su camiseta de NEW YORK METS, jean holgado, una cadena metálica colgaba sobre su cadera derecha, una de esas que se usan para amarrar a los perros. Caminó por el sendero pintado de amarillo y blanco que indica por donde deben ir los pasajeros que desembarcan la nave. Miraba a todas partes muy sonriente, luciendo su colmillo áureo. Cargaba su bolso colorado colgado al hombro y hablaba casi a gritos con los pasajeros que caminaban a su lado.
- ¡Qué rico calorcito!, esto si es belleza, ahorita mismo me voy al Terminal terrestre y cojo un bus para Salinas!.
Unos respondían con una sonrisa y un asentimiento, otros no lo tomaban en cuenta.
Ya en la sala, empezó a rodar la banda y los pasajeros tomaban sus maletas. Jefferson logró bajar sin ayuda sus cuatro maletas cargadas de mercadería para vender en la Bahía y un cartón de juguetes usados para sus sobrinitos Piter, Yennifer y Darwin.
Al salir del aeropuerto tomó un taxi que lo llevó al terminal terrestre en donde tomó el bus para Salinas.
- Música chófer, lo que esté de moda aquí, que yo vengo de la Yoni.
De compañera de asiento le tocó una chica de unos 18 años, sencilla, y sin muchas ganas de conversar que lo miraba con recelo.
¿A dónde va amiga?
A Salinas, no ve que estamos en el mismo bus, o acaso usted no sabe a dónde va.
Digo no más….y qué, usted amiguita ¿vive allá o va de vacaciones?
Vivo
Ya pues, hagámonos amigos, yo vivo en Niuyersi desde hace 9 años, pero mi hermana vive en Salinas con los bebes de ella. ¡!!!! Aquí llega el tío regalón!!!!!! dice, lanzando un grito mezclado con carcajada. Algunos pasajeros del bus lo regresan a ver y se ríen.

Llegan al primer pueblo y se suben al bus los vendedores de comida. Jefferson compra carne en palito, maduro lampreado, papa rellena, chifles y dos coca colas.
Damita, psst, amiguita, sírvase una papita rellena, una carne en palito.
Gracias
Los vallenatos a todo volumen acolitan a la digestión de Jefferson, que la acompaña con un sonoro eructo y dos olorosos pedos a la entrada del siguiente pueblo.
¡Pare chófer que voy a comprar cangrejos!, grita. El chofer responde a su pedido. Se detiene a un lado de la vía, obstaculizando el tráfico que se va formando detrás del bus. No importa. Jefferson se baja, le hace una seña con el dedo al conductor del Mitsubishi 4x4 que pita disgustado al bus y compra tres atados de cangrejos.
Pone los atados encima de la máquina, al lado del chofer. Este lo mira y le dice al oficial ayudante que los ponga en el piso.
Vuelve a su asiento y le dice a su compañera de viaje.
La invito mañana amiga a comer cangrejos. Ahora déme su teléfono, así yo la llamo.
094213……….Me llamo Magali Lainez Borbor
Yo soy Jefferson Merejildo, pero me dicen “Gringo”.
Magali sonríe y en su mente saborea los cangrejos con sabor a visa.




20 de enero 2005