Inicio / Cuenteros Locales / emma_bovary / Bcn-Madrid. Ida y vuelta
A veces
es necesario desaparecer
en una huída acelerada
y perderse entre los edificios
de un sueño adolescente
para romper ese contrato
que la lógica y la razón
graban con sangre
en nuestra mente.
Simplemente marchar,
decir adiós
sin relojes ni promesas
para alimentar un futuro
que crece sobre los cimientos
de la cobardía
y mi miedo irreverente.
Y encontrar la felicidad
en la perfección
de lo finito y temporal.
Abrir bien los ojos
frente a toda materia mortal,
única belleza existente,
e ir adquiriendo credenciales
en estaciones de metro,
mercadillos de barrio
y nocturnos bares musicales.
Caminar por las calles
de una irracionalidad
que desde el nacimiento
de mi conciencia
me perteneció.
Y sentirme de repente adulta
en Tirso de Molina.
Bajar del vagón
con treinta años más
sobre las espaldas
y descubrir frente al espejo
nuevas arrugas en mi rostro,
surcos nacidos de las semillas
de tanto poema y tanta constancia.
Y al cruzar la Gran Vía
las primeras canas.
Con mis 19 años
y mi soledad recién cumplida
las primeras manchas de vejez,
sintiendo al andar
la dificultad de cargar
con un corazón adulto
y la flaqueza de unos órganos
sucios y cansados
de tanta bondad.
A veces
nos buscamos
en los rincones más oscuros
del asfalto de nuestros pensamientos
y vamos inaugurando futuro
con frágiles huellas
que se rompen
al volver a casa,
al volver a una realidad
de estatuas de sal
y edades equivocadas.
La vida nos concede
una tregua de unos días
para crear fotografías
y tatuarnos en la piel
voces y sonrisas
que nos aten
pero no nos aprieten,
que permiten liberarnos del engaño
y la crueldad de la prisa
o de la tentación de perder el tren
y salir corriendo de ese anden
que esconde cinco años
de mi vida.
El regreso nos convierte
en una neblina que reposa
sobre las murientes horas de nuestros días,
en simple presagio de nuestra suerte.
Y asalta la duda
de lo que vendrá.
Tiemblan las hojas secas
del presente,
que cuelgan dócilmente
de la peligrosa probabilidad
de perder.
Y es que nada
es tan difícil de agarrar
como lo que todavía está
por empezar.
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Texto agregado el 08-02-2006, y leído por 115
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