Te hecho tanto de menos, que mi conciencia me invita a escuchar el canto con alevosía de tus palabras, mientras mi cuerpo flota en un mar negro de recuerdos, a la deriva de un nuevo encuentro contra la crueldad se los sueños muertos. Ahora espero, bajo la resaca de un encuentro, que la embrigadez del tiempo, de lugar a soñar con lo puesto…y soñar con la coincidencia entre tú y la idea propuesta por leer de tu mito, turbio en territorios de enemigos, que falsean, acompañándote por unas escaleras, dando la sensación de una tregua, bajo la frase rotunda y con parciales sentimientos de: “no te olvides de mi…”

Tú, solo has sido el intervalo necesario para el encuentro entre la rosa y las espinas, que me has entregado en mis manos, provocando una mirada sangrienta de mi corazón, herido por el dolor de aguantar tu canto de sirena muerta.

Pues bien, ya ha llegado, he muerto entre tus brazos, he suspirado tu nombre mientras me consumía en los letargos de una putrefacción a conciencia de mi persona, y aún me acuerdo de tu nombre…arrepentido de no creer en la misericordia de tiempo, donde los triunfos me han costado mis alas; marchando ahora por tétricos senderos de decadencia, donde aun soy virgen en los mitos, pero he tratado con mártires del olvido y putas de la tierra.

Leyendas de la vida, que dan sombra a las personas sin alma, crucificadas con los puntales de la soledad más aterradora, bajo la mirada penetrante de la omnipotencia del vencedor, artífice de los recuerdos en el infierno, en un manto de impotencia del vencido.