Sueño que sueño...
Sueño un sueño que de realidad nada tiene y lo tiene todo.
Sueño un sueño en el que estás vos... y estoy yo.
Un sueño que vuelo, entre estas nubes purpúreas; debajo, un puente de marfil con elefantes de dos trompas sueltan líquidos color ocre, bañando la pared gastada de una casa derruida...
Sueño la caída, esa interminable fricción de vacío, esa lenta toma de semi-inconsciencia de tocar el suelo de baldosas rojas, para luego, sentir el cordón de plata tensarse y salir disparado hacia ese tibio río de lodo y trozos de carne... carne de ilusión y tiburones de plástico mortuorio.
Sueño que sueño mi vida... también, mi propia muerte...
¡y mi vida no es mi vida!!...
sino una vida ajena, por momentos sin color y rodeada de galeones y espantapájaros, acechando y sucumbiendo; una vida de mujeres y brodery, de agua y alcohol.
Esa vida soñada, que por momentos pareciera mía, decrece en intensidad a medida que el fino cordel de plata me devuelve a la realidad irreal, sin por suerte haberse cortado, al menos por ésta vez...
¡Ah, y sobre esa muerte!!...
sobre ese sueño de muerte propia y silenciosa, les digo qué...
les digo nada!!...
puesto que esa muerte y no otra, no es un sueño, sino mas bien pesadilla... pero ésa... esa... es otra historia...
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