COLECCIONISTAS

Tal era mi pasión por dibujar sueños, que la gran cantidad de lienzos acumulados me obligó a mudarme aquí, a esta casa alejada del mundo real. Sin embargo, el sueño de aquella noche fue tan confuso que cuando desperté fui incapaz de recordarlo sin que una nube de dudas me impidiera pintarlo. Era la primera vez que me ocurría, desde la infancia había pintado cada sueño y aquel día algo me impedía hacerlo. No descubrí el motivo hasta horas después, cuando fui a visitar a mi vecino.

Ramón se mudó hace un año a esta tranquila urbanización, donde por suerte, por casualidad o quizá por el destino nos encontramos todos aquellos a los que nuestra pasión nos relega al olvido. Su obsesión era tan extraña o tan normal como la de todos los que llegamos aquí y no por eso dejaba de ser inquietante. Al igual que yo coleccioné cada sueño, el se había dedicado durante años a coleccionar cada duda que le asaltaba. Solía encerrarlas en bonitos frascos que él mismo fabricaba y las guardaba como si de un tesoro se tratase. Así era como conseguía aliviar la tensión de una vida de indecisión.

Aquel día cuando llamé a su puerta la encontré abierta, por mucho que le llamé no recibí contestación. Solo encontré dudas flotando en el aire. Ramón se había marchado sin despedirse y había liberado el contenido de los frascos que coleccionó durante años. Desde entonces, me dedicó a recuperar su colección, ya no puedo pintar mis sueños, quizá cuando consiga capturar de nuevo todas las dudas que dejó, consiga volver a soñar con claridad, sólo quizá.