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La diferencia entre el hoy y el mañana


Las calles desiertas bajo la luz de las farolas que iluminaban todos los rincones, donde intentaba esconderme de aquella sombra que se arrastraba detrás de mí, no conseguía esquivar su presencia por más que intentara zafarme de ella.
El miedo a permanecer parado y que la oscuridad atravesara mis pensamientos hacía que la adrenalina que segregaba mi cuerpo acelerara mi corazón hasta sentir mis tímpanos a punto de explotar.
Huía de mi pasado en forma de sombra fría y perseguidora, hoy no podía parar pues no encontraba el lugar idóneo para descansar mi maltrecha conciencia, si descansaba lo más mínimo sabía que los recuerdos se abalanzarían sobre mi, sobre los orígenes de un alma en construcción y con los cimientos demasiado frescos como para soportarlo, sucumbiría sin más resultado que el derrumbe de todo lo que había conseguido hasta el momento.
En ese instante recordé una vieja historia que me contaba mi abuelo. La leyenda del cazador furtivo que se encontró frente a frente con el ciervo más grande del coto donde solía cazar, justo al lado de un pantano, el animal llegó para beber agua, mientras el cazador le apuntaba con su fusil, el ciervo se giró y contemplando al furtivo fijamente, sus miradas se cruzaron un segundo que duró una eternidad, El gran animal se dió media vuelta y se marchó, con la testa mirando al sol, imponente y señorial, mientras el cazador embelesado y con las manos temblorosas por la presencia majestuosa de aquel ser que parecía de otro mundo, guardó su arma para no volver a utilizarla nunca más.
Aquella historia me pareció absurda durante mucho tiempo, pero ahora la comprendía perfectamente, aquel cazador si hubiera disparado, se hubiera asesinado a si mismo, realmente el cañón del fusil apuntaba a su persona, y él único que hubiera perdido una parte de si mismo hubiera sido el propio furtivo, no siempre hay que disparar cuando creemos tener la presa mas hermosa a nuestras manos ya que primero debemos estar en paz con nosotros mismos.
Así me encontraba hoy, así me encontraba esta noche bajo la luz de aquellas farolas que no me permitían esconderme de mi propia sombra, tal vez mañana con el sol reinando en lo más alto del cielo, encontraría esa paz para dejar de huir de mi mismo, para poder descansar acostado placidamente.
Tal vez hoy no era el momento, quien sabe si mañana lo conseguiría, si podría dar esquinazo a los miedos y poder encontrar lo que ya tenía y no conseguía ver.

Texto agregado el 08-02-2006, y leído por 180 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-02-2006 Hermos reflexión. alexandra
08-02-2006 Tú y tus eternos demonios , aprende a quererte amigo mío y sobre todo aprende a aceptarte . Un abrazo . cuando_nieva_sobre_los_cedros
 
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