Más Caramba que Lástima
Ella lo pidió de fresa, ese sabor le encanta mucho. En cambió el se inclinó por el limón, luego pagó.
-¿querés probarla?
- vale- vale y tomó la cuchara, la sumergió en la nieve al tiempo en que él tomaba un poco con el popote.
-vos también sos nueva en el cole, ¿verdad?
-claro
-y ¿qué te parece?
-bueno, es grata. Es cálida, una se siente más segura. Y el ambiente, ni decirlo, se palpa una extraño sabor a tranquilidad, que de vez en cuando es inevitable sentirse tan linda
-no es necesario que te sientas linda, mira que eso es de cajón.
Fue inevitable el sonrojo de ambos
-mmm, pues al parecer sos el primero que piensa eso.
-no lo creo, a muchos bocones les da miedo hablar
-¿cómo decís que te llamas?
- Ángel
Ángel. Claro que lo era, más a estas alturas de la vida, en estos momentos en que a una de vez en cuando le hace falta alguien con quien blasfemar, sentirse a gusto y poderle decir de vez en cuando y sin vacilar:
-Vos me agradas
Lástima que él no siempre reaccionaba muy afecto cuando pasaba eso, por lo contrario, solía cambiar un poco de tema, quizás para variar o para olvidar el asunto.
- qué carroña, va a llover. Y mirate, mujer, no traés abrigo. Anda, ponete este, que yo estoy bien
Así solían pasar el tiempo, hablando un buen rato, lanzando preguntas al aire y esta les contestaba sin alardear. Así marchaban las cosas, tan fluidas, tan lindas, tan maravillosas. Él siempre con detalles, y eso a ella le agradaba, que alguien como él se preocupase por ella, la protegiese un buen rato y después de tanto juego le diera una caricia en la mejilla, seguida de un “sos tan lisa, que seduces” claro que lo era, su piel estaba irremediablemente linda, igual que ella. Igual que todo esto que estaba pasando y ambos, al parecer, disfrutaban.
Todo iba tan fluido, por buen camino. A ella ya tenía tiempo que las cosas se le daban tan fácil. Ya tenía como tres años, cuando conoció a Fernan, pero éste era un poco más prepotente, siempre se quería sentir el muy hombre y por lo tanto muy rara la vez se mostraba lindo con ella. Ángel, era de lo más amable con ella, nunca le importaba mostrar lo que sentía. En una ocasión lloró, en una ocasión y ya tiene tiempo, cuando ambos se encontraban en el botánico, a la izquierda de aquel gran árbol tan fuerte. Caramba, cuánto tiempo. ¿y si ella le decía? Eso no es lo común, no, uno como hombre debe de tomar cartas en el asunto, respirar hondo y decir “me gustas”. Caramba, hace tiempo que no se sentía tan querida. Claro que la respuesta de ella sería “Sí” corresponder como se debe y ser una linda pareja durante una semana, un mes, un semestre, el tiempo necesario. Caramba, ¿cuánto falta para ese momento? Se preguntaba así misma mientras caminaba por el parque sola, rumbo al colectivo. Luego giró la mirada, Ángel, Ángel. Allí estaba. Caramba. Con compañía. Vha. Un amigo. Vha. Después se tomaron de la mano y se besaron. Ella no lo podía creer. Porqué tantas palabras, el sos tan linda, el no te vallas a resfriar, todas esas cosas. Mierda, qué caramba. Ahora no sólo caminaba sola, camina sola y triste. Caramba, qué sorpresa aquella. Era tan difícil de imaginar de comprender. Caramba, tanto tiempo al carajo, tantos sentimientos. Pucha, qué lástima.
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