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El Constructor

Cuando miró hacía arriba, pudo contemplar el edificio que había hecho, sintió un profundo orgullo al estar consciente de que los más grandes edificios de la ciudad el los había hecho.
Mas el también tenía el crédito de que éstos edificios continuaran de pie para siempre. Su padre que también era albañil le había confiado el gran secreto que a su vez le había sido confiado por el suyo.
Cuando joven, él comenzó a trabajar como peón junto a su padre, escasamente sabía leer y escribir, aún así pronto fue hábil en el armado de la varilla, el vaciado de concreto y el construir cimientos de piedra, pronto estuvo trabajando permanentemente en una de las más grandes constructoras del país.
Se le conocía como el Maistro Chon, y era de los más hábiles en su oficio. Aunque solo tenía la educación primaria, era el encargado de la cuadrilla, su experiencia le permitió ser casi siempre el encargado de la cimentación, la persona que sepa de esto, sabe que el cimiento de cualquier edificación aunque no se vea, es lo más importante.
Su cara con rasgos indígenas, mostraba claramente su ascendencia, vivía en Azcatpotzalco donde su familia había vivido desde siempre. En el mes que los antiguos llaman Hueytozoztli, personajes venidos de todas partes se reunían y celebraban secretamente la ceremonia del mismo nombre. Los preparativos para la ceremonia comenzaban unos meses antes. Esta vez, el fue incluido en los preparativos para el festejo. El sacerdote un hombre enjuto de edad indeterminada con una larga cabellera negra que le llegaba a los hombros de nombre Martín fué específico con el. Chon debes de poner mucho cuidado, no debe de haber conocido a ningún hombre. Así lo entiendo.- contesto Chon.
Comenzó Chon montado en su Volkswagen a buscar por las tardes en los barrios de la periferia. Pasaron varios días dando vueltas por calles de terracería, a veces fingiendo leer periódicos recargado en el polvoso Vocho. Fijando siempre la vista en las jovencitas casi niñas que regresaban a sus casas después de la escuela, o en las que iban por mandados, comprar tortillas era lo más común.
Un día vió a una pequeña de unos trece años, delgada, morena y de grandes ojos. Era lo que estaba buscando, observo donde vivía, quienes eran sus padres, como se llamaban, en que trabajaba el padre, a qué hora salía, a dónde iba a la escuela, que camino tomaba. etc., etc.
Cuando creyó estar listo se dispuso a poner en práctica el plan ya pensado. Esperó a que la pequeña fuera camino a la escuela y antes de que llegara a esta. El se le acerco rápidamente, hablándole por su nombre le dijó que su mamá se acababa de poner muy mala y que lo había mandado a el por ella. La chiquilla dudo. Ante esto Chon le dijó que ya le había hablado por teléfono a su papa de nombre Ramón. ¿Se llama Ramón tu papa no? La chiquilla quedo confundida, el ver que este hombre hablaba de sus padres con familiaridad y por sus nombres, esto la dejó perpleja. No sabía que hacer, así que cuando el le puso la mano en el hombro y la condujo a su carro, se dejo llevar.
Llego el día de la fiesta, esa tarde el sol moribundo inflamaba el cielo, en la casa todos los participantes estaban listos, comenzó la ceremonia, los sonidos olvidados de la chirimía, el Teponaztli, el Ayacachtli, el Atecocolli y otros instrumentos se volvieron a oír en el vecindario. El barrio completo sabia lo que estaba sucediendo, sin importar que unos fueran licenciados, doctores, arquitectos o lo que fuera, todos estaban participando activa o pasivamente.
En el patio de la casona estaba un grupo de personas, todas vestidas como en los viejos tiempos. Penachos de plumas adornaban sus testas, los hombres con taparrabos y capas, las mujeres con camisones bellamente adornados. En el centro del patio había un altar de piedra redondeada, había flores y se respiraba el olor a copal. El hombre enjuto de tez cetrina tenía un largo camisón color oscuro y una banda de tela en la frente. Sobre el altar estaba una chiquilla que tenia amarrados los pies y las manos. Sus ojos extraviados daban cuenta de que algún bebedizo habría ingerido. El sacerdote se acerco y con un cuchillo de negra obsidiana descargo un golpe que abrió el pecho de su victima, esta apenas gimió cuando la vida comenzó a escapársele manchando de rojo el altar, con la practica de quien ha hecho muchas veces lo mismo, el sacerdote saco el corazón de la victima colocándolo en el Cuauxicalli y lo ofreció a Centeotl, poniéndolo en las brasas del sahumerio donde el copal se convertía en humo, tomo con las manos de la sangre que continuaba brotando y sorbió un poco de ella, con el resto salpico a todos los presentes. Al día siguiente hubo un banquete, se había elaborado pozole y todos los convidados con reverencia religiosa participaron del convivió.
El año sin duda alguna seria de prosperidad para todos los presentes, habría abundancia. A lo lejos se escucho la sirena de algún auto de la policía o tal vez un camión de bomberos.
Azcatpotzalco.- Localidad ubicada en la Ciudad de México
Hueytozoztli.- Mes del calendario Azteca corresponde al mes de Abril y Mayo
Chirimía.- Especie de clarinete de sonido agradable.
Teponaztli.- Tambor horizontal de un tronco hueco de madera dura
Ayacachtli.- Sonaja de guaje seco
Atecocolli.- Caracol marino usado como trompeta por su sonido grave y profundo.
Copal.- Resina de madera, usada como incienso
Cuauxicalli.- Recipiente para sacrificios
Centeotl.- Dios del Maíz





Texto agregado el 07-02-2006, y leído por 698 visitantes. (0 votos)


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