· Esa afrenta a nuestro Profeta vais a pagarla cara. Nadie osa ridiculizar nuestra fe.

· Son unos exaltados que matan y mueren por una religión, cuando aquí la religión ha dejado de ser algo creíble.

· Nuestros padres, los padres de nuestros padres, todos nuestros antepasados han vivido esta religión durante toda su vida, siendo su modelo de comportamiento social.
Nosotros no nos burlamos de la vuestra.

· La libertad de expresión es un derecho obtenido después de siglos de grandes luchas, no van a ser ahora los musulmanes quienes coarten este derecho.

· Sabemos que somos más pobres, pero somos más valientes. No nos enfrentaremos en una guerra abierta que podríamos perder, pero cada musulmán dará la vida para encontrarse en el cielo con Alá y se inmolará arrastrando muchas vidas herejes.

· Eso es lo que ha empujado a los pueblos árabes a esta rebeldía hacia occidente: la pobreza, madre de la incultura.
Si vienen a ejecutar a nuestros hijos, no nos quedaremos impasibles. La guerra más cruenta que jamás hayan conocido tendrá lugar en sus naciones. Les daremos una lección que ya nunca olvidarán. Ellos no pueden hacernos cambiar, somos en todo caso nosotros, los más adelantados en leyes y costumbres, los que hemos conseguido mayor estabilidad económica y riqueza, los países democráticos, quienes tenemos algo que enseñar a esos atrasados que se rigen aún por leyes medievales: Ojo por ojo y diente por diente.

· Nos estamos preparando atómicamente, no os tememos, Alá está con nosotros y vosotros no tenéis Dios que os proteja.
Hay pobreza en la mayoría de países de religión musulmana, pero eso mismo no es ninguna deshonra ni demérito, sabemos vivir sin tantas necesidades creadas como vosotros, esclavos del consumo. Nosotros valoramos cada día como el mejor de nuestra vida y agradecemos al Sol que nazca en el horizonte dando gracias a Alá por el nuevo día. Vosotros vivís en un estado de prisa y ansiedad que llena los psiquiátricos. No valoráis las cosas buenas que da gratis la vida, habéis convertido vuestra sociedad en una sociedad de individualidades donde no existe apenas la solidaridad, el egoísmo más abyecto os está degenerando.



· ¿Estás oyendo lo que oigo yo, Saturno?

· Claro que escucho, Venus. Parece que el amor, tu efluvio esencial, no ha cuajado entre los hombres.

· ¿Qué entenderán por amor?

· Cuánto dolor han de pasar todavía para que las mayorías pacíficas impongan su ley.

· Qué despacio evoluciona el ser humano.

· Después se quejan de que los dioses no son tales cuando permiten las guerras y no saben que únicamente superando sus propios errores las evitarán.

· Cuando las mayorías, ahora silenciosas, cobren el protagonismo que merecen e impongan a esa minoría de exaltados y hambrientos de poder y gloria su ley, ya no habrá guerra, sólo colaboración entre unos y otros.

· Claro, tendrán conciencia de que sólo hay una sociedad, una humanidad y sentirán, cada ser humano, las carencias de los que no se sientan como él y harán lo posible para paliarlas.

· Porque eso repercutirá en su propio bienestar.
La unidad de las personas les favorecerá. Deben aprender a priorizar otras cuestiones para conseguir la paz y el amor entre ellos.

· Así lo siento también yo, Venus.
Sigamos observando.

· Querido Saturno, no olvidemos mandarles nuestra inspiración.