LA TELESITA
(Versión libre)
Venía descalza, muda, desde la hondura del bosque. Hechos jirones sus harapos adolescentes, llevando en su regazo de mirada perdida un atadito de ramas secas.
La música imantada de lejos la atraía. Sus pies acelerándose saltarines, levantaban un tierral vibrando al son de una chacarera de palmas ruidosas, zarandeo, media vuelta y vuelta entera. Así aparecía en los bailes la infaltable, la esperada, sola de hombre y familia, desfalleciendo en danzas hasta que las velas no ardían. Al amanecer, casi herido el paso, la tragaba el mismo camino que la había traído hacia el centro del bosque selvático, lleno de pájaros despuntando algarabías.
Una de esas noches, echando chispas bombos, violines y guitarras, en vano esperaron que apareciera su figura frágil, faltó su llegada. La Telesita, el alma de la fiesta no estaba...
La buscaron los paisanos, las chinitas, las madrazas, mezclando miedo y devoción hasta hallarla cuerpito hecho carbón, dormida.
¿Se arrimó demasiado al fogón sintiendo frío?
¿Un incendio mágico enrojeció al bosque y la abrazó?
...................
Su trágica muerte, la pena de un pueblo, iniciaron la leyenda que tiene fuerza de creencia a diferencia del cuento que es ilusión.
Dicen que su alma errante sigue viva nutriéndose de la danza, del festejo, del amor. Se la representa como muñequita de trapo, se la entrona en sitio de privilegio en cada rezabaile pidiéndole favor: que no destruya la sequedad los cultivos, por la salud de algún enfermo, por idilios y pasiones que le piden bendición.
Se invoca y convoca su alma en fecha cualquiera según la necesidad del hombre. Se baila, se canta , se bebe, se ríe, se transgrede hasta el desenfreno bajo el efecto del alcohol.
Siete son las chacareras que bailan las parejas que esperan favor; siete los vasos de caña a tragos compartidos que deberán beber los dos.
Los pedidos se cumplen cumpliendo estrictas promesas, y en esto la Telesita es implacable, un zorbo, un giro menos y el beneficio se pierde.
Brilla el pequeño rancho con las luces de cebo y querosene, las parejas se animan. A lo lejos se escuchan las palmas acompañando al rítmico gato castañeteando con los dedos, luego se luce un zapateo. Las miradas se vuelven atrevidas, los bailes más apetitosos... Se instala el vértigo, el jadeo enloquecedor. La santa pagana sonríe cubriéndolos con su oscuro manto nocturno.
Unos versos de autor anónimo le cantan así:
Telesita milagrera
Abogada de los vagos
Bailando la chacarera
tomaré los siete tragos.
Viva Santa Telesita
Santísima Diospamaman*
Si no cumplo la promesa
Que me caiga de la cama
Telesita milagrera
cúrame estoy empachado
me he comido siete quesos
y catorce “bolanchaos”**
Telesita milagrera
cúrame el dolor de panza
debajo de un piquillín
te lo hecharé las mudanzas***
*Madre de Dios en quechua
**Comida hecha con harina de algarrobo y mistol
*** Parte del baile donde el hombre zapatea
Mito de la danza, la Telesita, bailarina escencial, revive el ritual a través de la danza, casi inmortal.
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