CARTA A SAJON, POETA Y AMIGO.

Sajon, amigo mío, contador de las ballenas que pasan mostrando sus enormes cuerpos durante algunas puestas de sol por las costas bravas y grises que habitaste gran parte de tu vida, tú que sabías bien diferenciar entre una simple estela y la aleta de un escualo hambriento cuando mirabas el mar desde lo alto del acantilado donde construiste tu casa; ahora que ya no puedes hablarme y yo también no puedo decirte nada te escribo esta carta justo en el centro de la edad media de mi vida con estas mis palabras que pasan al papel a pesar del tedio que siento al realizar esta tarea. Redacto esta misiva como si estuvieras atento a recibirla de las manos del cartero del litoral cuando iba a golpear a tu puerta para entregarte esas otras cartas de antaño que te enviaba en mi juventud - y que tú respondías siempre-, y nos servían para contarnos nuestras cosas cuando la distancia y las circunstancias de la vida no nos permitían estar tan cerca como hubiésemos deseado. De verdad hago esto pensando que de algún modo vas a recibir mi mensaje aunque han pasado ya nueve lunas desde que tu despedida de este mundo se hiciera una realidad y te acompañara junto a otros seres que también te querían mucho en el rito de ir a enterrar tu cuerpo junto al de tu madre la señora Rebeca en un cementerio de la comuna Independencia.
Debo informarte que mi hermano Adrián está bastante íntegro viviendo sus treinta y cinco años y se las arregla bien en la vida junto a su mujer. No hablo demasiado con él por un asunto de carácter y porque ambos somos bastante callados. Cristián y Brenda disfrutan de sus logros, a los niños da gusto verlos como van creciendo. En casa de mi madre todos tranquilos dándole batalla al día a día y bueno, tú ya sabes, con Varinia tu mujer que se quedó bastante sola cuidando más que todos el legado de tu fantasma creador, hablamos siempre y le he manifestado que si necesita de mi ayuda debe saber que cuenta conmigo como si fuera su hijo o hermano. Te cuento además que tus amigos de Trafün y colegas tuyos de la poesía y el arte te recuerdan con un cariño que de verdad me sorprende. Tus familiares más directos, hermanos y sobrinos, se han hecho presentes en hitos poéticos que se han organizado en torno a tu obra. El jardín que cuida Kazán tu perro fiel y que Varinia cultiva con esmero de hortelana, reboza de vida. El olivo que juntos plantamos crece firme y seguro cerca de la terraza de piedra.
Tu libro póstumo ha tenido excelentes críticas y a mí me han llegado dos ejemplares a través de Varinia. Yo conservo uno y el otro se lo regalé a una persona muy especial que siento cerca y tiene nombre de flor.

Con un par de amigos hemos llegado a la cumbre del cerro San Ramón que corona nuestra ciudad tras once horas de caminata hace poco más de un mes.
El equipo de buceo que comencé a adquirir antes de que partieras para el otro mundo ya está casi completo. He tenido varias inmersiones con snorkel mas aún me falta adquirir los guantes de neoprén y nylon.

Siento que tu espíritu junto al de otros seres que como tú ya se han ido lejos al valle de las ánimas y de los ángeles, me acompaña en momentos difíciles y me impulsa a alcanzar los objetivos que me voy autoimponiendo.

Sabes, una vez durante la última temporada de lluvia fui a verte a ese cementerio donde quedó tu cuerpo; busqué por todos los rincones en ese verdadero laberinto y no pude encontrar la tumba de tu familia. No me gusta demasiado ir al campo santo, será que allí los vivos estorbamos la siesta larga de ustedes y entonces es mejor no ir, o al menos no ir demasiado seguido a saludar tus restos.

Bueno, eso es todo por ahora. Vaya para tí un abrazo donde sea que te encuentres, ya sea en algún planeta o mundo paralelo o tal vez reencarnado en algún cetáceo marino navegando sumergido en mares distantes. Espero tu respuesta Sajon querido amigo y nos vemos en cualquier momento.