Por primera vez escribe en en este espacio Diomenia Carvajal Mena, una de esas amigas cuenteras que estando lejos siempre se hace presente. Hoy nos acerca su mirada reflexiva sobre nuestra América Latina.
¡Bienvenida a este espacio de los días lunes de Carloel22!
Shou
..............................................................
Nuestra América Latina
¿Qué está pasando en nuestra América Latina ? ¿Será que los lobos se andan escondiendo en sus madrigueras ? El cazador ya no tiene ganas de cazarlos, porque el juego se ha vuelto casi como un juego de chiquillos en la recre. Además, el « patrón » de los lobos los ha dejado solitos para que aprendan a defenderse, y anda super ocupado cazando por otro lado, por allá « requete lejos », como diríamos en Chile, ahora lo que le interesa es escuchar los cuentos de « Mil y Una Noches », esperando a que el otro animal les caiga como las perdices cocidas, en la boca. Y eso aunque tenga que pagar el precio alto : imagínense, más de 1000 G.I. (al menos que sean más, pero no llevo muy bien las cuentas) caídos en el combate : chíu !, decía mi hermanito chico cuando algo lo sorprendía, pero total, eso no preocupa ahora al « patrón », porque lo que cae para él, no es carne militar, sino que carne de horca, muchos latinos, la mayoría llegados para combatir en « la guerra de los frijoles », que dan sus vidas a cambio de un sueldo y reconocimiento para sus familias, y el honor de recibir la nacionalidad americana, aunque sea a título póstumo, chíu ! de nuevo.
A Nuestra América, de esta manera, la han dejado un poco más tranquila, que es lo único que cuenta, por el momento. Es cierto que aquí las obras maestras se cuentan de otra manera, nada que ver con « Las Mil y una noches ». Y es así como aprovechando el descuido del « patrón » la izquierda poquito a poco se ha ido colocando en sus esferas nacionales : Chávez, Lula, Morales, el primer indígena en el escalón del poder supremo, los fantasmas de los conquistadores se deben haber escapado de sus tumbas. « Cariño- me decía mi abuelita de cuando yo era pequeña – no hay que mal decir de su prójimo, porque todo se paga en este bajo mundo… » A ella nunca se le pasó por la cabeza que existía otro mundo fuera de las cuatro paredes de su casa, hasta la habían sacado de la escuela, cuando por descuido su mamá (viuda, honesta, pobre y desgraciada)había hallado un papelito en el cual mi abuelo le había escrito algunas frases amorosas : « Así no podrás contestarle ! había decretado mi tatarabuela – aprenderás lo que una buena dueña de casa debe aprender : a coser, a cocinar, a limpiar y etc ! » Y mi abuela pasó de su confinamiento materno al confinamiento de mujer casada… una empleada gratis para mi abuelo, « al que Dios tenga en su santo reino » ( lo digo para que mi abuelita me perdone lo del mal decir, porque como ustedes saben me considero agnóstica, vaya !).
¡Qué salto tan grande hemos dado! Pasando del sometimiento absoluto, al de líderes. Claro que esto nos ha costado sufrimientos enormes antes de cobrar reconocimiento por nuestras propias capacidades. Desde el tiempo aquel en que mi abuela lavaba el piso de rodillas postrada, como cuando rezaba a la Santa Virgen María, pasando por esta nieta en plena revolta que tenía que salir corriendo un 11 de septiembre, o mejor aún, no volvió más después de su viaje caótico, con beca de estudios y todo, que tuvo que abandonar cuando se le acabó toda posibilidad de seguir aprendiendo y arreglárselas para no morirse de hambre en un país completamente desconocido, pero cuyo idioma la había fascinado desde la infancia, lo que la había empujado, pese a todo, a dar « el gran salto ». Que los varones sepan, aunque pienso que hace tiempo que lo saben, que las mujeres, mediante las cuales el machismo puro y duro se les metió en los genes, porque hay que reconocer que más culpables que nosotras mismas no hay, ya se han decidido a dar preferencia a, lo que aquí se llama « paridad », es decir, miti y mota, el tú y el yo igualitos, por el momento y para TODO, digo, para TODO : tú pones la semilla, yo pongo la tierra, miti y mota, el horno calienta para que el pan salga rico y fresquito, y el horno soy yo, tú eres el que lo abona, el que lo ayuda a prosperar, somos iguales en el esfuerzo y… en la calidad de lo emprendido.
Mujeres hay que dan a luz y luego crian solas a sus hijos, lo que no impide la inteligencia y el saber, al contrario, mientras más solas, más ayuda hay que tener, pero tienes que tratarme de igual a igual, la misma historia : semilla, tierra, pan horno… y así continuará la vida, como el cuento de nunca acabar…
Entonces, sólo entonces, dentro de algunas décadas podremos decir : « esto sí que es progreso… »
¡ Bienvenida Señora Presidenta !
Diomenia Carvajal : Mena
Chile : Francia, 5 de febrero de 2006
|