QUIZÁS
Una ciudad, un océano de movimiento y caos y dudas. Tantos tejados, tantos balcones, tantas ventanas cerradas, tantas miradas esquivas, tantos semáforos, quizás un vago deseo de algo incierto, algo escondido detrás de los párpados, algo que podría llenar este vacío tan extraño, que tampoco es vacío sino ansia de encontrar, de encontrar, siempre de encontrar.
Él mira a su alrededor. Y no acaba de comprender. No acaba de entender por qué se siente como se siente, por qué siente lo que siente, si es que siente algo.
Ella también mira, pero por más que busca, nunca da con la solución al enigma. Seguramente porque nunca ha llegado a saber cual es esa pregunta que intenta responder. Y por eso observa y observa, aunque sigue estando lejos, lejos, lejos.
Ambos saben que la felicidad está en alguna parte, y que probablemente haya alguna forma de encontrarla, o por lo menos de saber qué es. Los dos están convencidos de ello. En sus ojos hay esperanza, la hay, nunca ha dejado de haberla. Inmersa en el cemento, sobrevive aún una pequeña hoguera, explosiones naranjas, belleza. En alguna parte...
Pero quizás demasiadas mañanas.
Quizás demasiado ruido de despertador.
Quizás demasiadas camas deshechas.
Quizás demasiados autobuses, demasiados túneles.
Quizás demasiados ratos muertos, demasiado café, demasiado sol a la hora de la siesta.
Quizás demasiado asfalto.
Aunque un buen día, quien sabe, quizás un encuentro, un cruce de miradas, quizás una caricia.
QUIZÁS...
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