Sí, yo también me refugio. Y es hermoso que no quieras compartir tu llanto. Ahora desmitifiquemos soledades lastimeras, vacíos intrincados, paciencias rotas. Hagamos de esa sonrisa un desierto habitable. Es mentira que también por la carne se llega al cielo. Te ven-c-iste en mí.
Texto agregado el 05-02-2006, y leído por 181 visitantes. (2 votos)