Sucedió a mediados de un lejano otoño.Yo volvía en el tren,de vuelta de un viaje a tierras de alta montaña,en donde había permanecido una temporada,con mi mente atosigada por multidud de preguntas,cuyas respuestas no lograba encontrar.
Iba sólo en el compartimento,vestido con unos viejos tejanos y mi camisa a cuadros favorita,mirando distraídamente el paisaje por la ventanilla,cuando ella apareció.
Vestía un atuendo de clara línea hippy,con una larga falda,blusa anudada a la cintura y una cinta que le ceñía su frente,al estilo indio,sujetando una larga melena rubia que enmarcaba un rostro de carnosos labios y estilizada nariz.Unos ojos verdes,ligéramente rasgados,daban a su cara un aire felino y misterioso,que,no obstante,resaltaba la belleza del conjunto de su faz.
Iba cargada con una pesada mochila,por lo que me levanté y la ayudé a despojarse de ella,para acomodarla junto a la mía en la repisa portaequipajes.
Mientras la ayudaba,noté que de ella emanaba un suave perfume,mezcla de espliego y romero,lo que me indicaba,junto con el tono de su piel,entre dorado y canela,que era una persona acostumbrada a pasar gran parte de su vida al aire libre.
Sin apenas darnos cuenta,comenzamos a hablar amigablemente,al principio de asuntos sin importancia para,poco a poco,ir adentrándonos en temas más profundos,de los que mi desconocida acompañante me demostró estar muy versada,lo que hizo que,a medida que hablábamos,fueran despejándose gran parte de las dudas que me atormentaban,dando a mi espíritu un bienestar y una euforia como hacía tiempo que no sentía.
Cuando llegamos a la ciudad,ella me preguntó por un alojamiento económico y yo,movido por un espontáneo sentido de la hospitalidad,le ofrecí a venir a mi casa,dado que vivía sólo;de esta manera también podría permanecer más tiempo junto a aquella mujer,que tanto bien me estaba haciendo con su compañía y sus palabras.
Cargados con nuestras respectivas mochilas,nos dirigimos hacia mi hogar,al tiempo que seguíamos charlando,aunque debo reconocer que el contraste de nuestras vestimentas debía causar cierta perplejidad,al ir vestida ella de hippy y yo de montañero.
Subimos a mi piso y dejamos allí nuestros equipajes,para salir a tomar alguna copa en alguno de los numerosos bares que había por mi barrio;pero fueron muchas,y mezclando bebidas cada vez más fuertes,por lo que acabamos cogiendo una impresionante borrachera.
Apoyados el uno en el otro,llegamos a mi casa como pudimos,pero lo que ´sucedió después lo recuerdo en medio de una nube de etílicos vapores y de luces de colores que oscilaban a nuestro alrededor.
Sentía sus jugosos labios sobre los míos,mientras mis manos acariciaban su sedosa piel,estremeciéndose su cuerpo a medida que mis manos lo iban recorriendo.
Sus orgasmos eran al principio tan violentos que me asustaban,pero poco a poco fuí contagiándome de aquella pasión que nos iba dominando,lanzándonos a la búsqueda de un gran estallido de placer,que ambos compartimos para,finalmente,acabar dormidos,abrazados el uno al otro,tras el ejercicio de tan excitante juego.
Cuando desperté,con la cabeza un tanto embotada por la resaca,pensé que todo había sido un sueño,pero la cama aparecía muy revuelta y el perfume de su cuerpo todavía flotaba en el ambiente.
Quise llamarla,y entonces me di cuenta de que no sabía su nombre.Me levanté y la busqué por toda la casa,pero ya se había ido.
Fué entonces cuando,encima de una mesa ví un papel en el que sólamente había escrita una palabra:"Gracias".
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