Y, sí
Allí, en niebla la de los días, vivimos, comemos, crecemos y si se puede; en verdad se puede, amamos … a ciegas, pero, lo hacemos, eso lo dijo ella, que si pudo despertar de la mentira, pero no me arrugue la cara, siéntalo, como siente las puñaladas de los días tristes sin compañía, cuando la ciudad, se ve nostálgica, y los sentimientos se ven fluir entre la palabras que salen de bocas deformes, pero hermosas de mujeres de cabello largo y ojos profundos como los sueños de caída en el vacío, esos sueños que le despiertan a uno en las noches. Sin embargo estos te hunden en su inmensidad, te sientes bien, cobijado por ilusiones calidas de caricias hechas por pequeñas manos cargadas de mentiras, eso es la alegría, tristeza es despertar, ver el mundo con ojos de soñador, ebrio de pensamientos, de maquinaciones constantes contra los que dices querer, y entonces, pum, ya no vas, estas muerto, ¿qué?, lo estamos desde que nacemos, por eso los primeros llantos, que se acallan con el tiempo, hacemos silencio, pero el silencio no acalla la voz del pensamiento, siempre muerto, siempre con una lagrima en el corazón, que no lo vean llorar no quiere decir que no se sienta triste, es más fuerte el mundo, la ciudad, te devoran, como si te cortaran una pierna con un cortaúñas, de a poquitos (sublime pero doloroso), un día piel un día hueso, y cuando llegan a la medula ya no queda nada, eres un despojo, consumido, por los años, maltratado por el infierno que es aquí, que es ahora, solo una tierna mano te podría guiar, pero ¿y si falla?.
Es peor una esperanza, que nunca te libera, que vivir sin ella y sin la dulce visión de sus dedos haciéndote caricias en el rostro, sonriéndote e iluminando tu fuerza, calentando tu corazón, ¿qué queda?, esperar, puede que llegue, te tome de las mejillas y te de un beso que te suma de nuevo en los sueño de la alegría.
Son multiformes, los dedos de esas suaves manos, que te halan, su fulgor es impresionante y su calidez …te hace amar como los desilusionados, como los desesperados a quienes el mundo no los espero, y su amor se quedó puro y eterno, regresas al sueño, y puedes sentir el olor a quemado de a las madrugadas citadinas, ese olor que te llena los pulmones de emoción y así comienza de nuevo tu búsqueda y rescate e ella, la que despertó de la mentira y busca ahora tus manos en la oscuridad de la tristeza, tu eres su esperanza, para recibir juntos nuevas puñaladas, solos pero tomados de la mano.
Francisco Laverde
|