...Metió su mano bajo la sotana y sintió como se erizaban los vellos colorines de la pantorrilla.En tanto, el padre Gabriel puso su mano sobre la cabeza de Álvaro, en un gesto de consuelo- después de todo-pensó- él está arrodillado...Y sí, la escena simulaba el arrepentimiento de los más sórdidos pecados: el pecador arrepentido y el sacerdote compasivo que le entregaba la gracia del perdón.
Como suplicando, con una mano jalaba la sotana y la otra, temblorosa, subía por la pierna.El padre, sin querer, le tiró el pelo a Álvaro cuando éste encontró lo que buscaba.Su mano acariciaba desesperadamente el tenso miembro, el padre Gabriel miraba las imágenes de la iglesia como para ver si lo acusaban.Sentía una mezcla inefable de placer y culpa por no sentirse culpable en lo absoluto...