El extraño pollo-paloma.
Domingo.
Había sido un día particularmente abrumador, las conversaciones por computador se habían tornado demasiado tediosas, nadie había dicho nada importante, nada que pudiese recordar.
Tomé mis cigarrillos y me encaminé hacia el umbral de la puerta. Me senté en el altillo, prendí un cigarro y miré hacia la calle para ver el tiempo pasar.
De reojo pude mirar algo que se movía extrañamente. No pude identificar que era en realidad, parecía un pollo por su forma de caminar, pero su color era extraño.
Me acerqué a la pequeña escalinata para poder contemplar mejor lo que mis ojos dudaban. Era un animalejo extraño, pequeño, de plumas grises, y patas anchas. Por su caminar parecía un pollo, pero ese color gris me hacía dudar, era muy similar al color de las palomas, pero su cuello era corto y no poseía el color tornasol que éstas tienen.
El animalejo se movía rápido, como nervioso y corrió acurrucarse a una esquina.
Parecía sano, pero al no ver movimiento alguno de las alas me preocupé. Me acerqué un poco más, pero ahora un extraño miedo me envolvió. Llegaron a mi cabeza las palabras que alguna vez oí de alguien: “La odié y la quise tanto por su preocupación y su negligencia”, y estas hicieron que mi miedo se acrecentara aún más.
Con miedo me acerqué, porque mi curiosidad fue más fuerte. Me puse en cuclillas para mirarla más detenidamente. Era la paloma más fea que había visto, tenía el pico ancho parecido al de un pato, los ojos grandes y asustados, las plumas del cuerpo eran grises y las del cuello negras, por completo negras. Su cabeza estaba dañada, le faltaban plumas, pero no sangraba. La pobre paloma se había puesto en el peor lugar posible, porque las hormigas de la muralla se le subían al cuerpo y parecían infectarla.
Me asuste aun más cuando me percaté de eso, sentía que debía hacer algo, así que tome el teléfono y le marque a mi hermana (porque ella sabía de esas cosas) y me dijo que ya la había visto y que creía que estaba embarazada y que por eso se escondía. Me dijo también, que si quería curarla tomara unos guantes que ella guardaba en su habitación y que me los colocase.
A mi realmente me asustaban esas cosas de animales, nunca me habían gustado, no me sentía segura de tomarla, era demasiado frágil y creía que podía dañarla.
Volví a tomar el teléfono para llamar a mi amigo el barrio, Gonzalo, y con voz asustada le dije que viniese de inmediato y no le di más explicaciones. Él tardo un rato. Mientras tanto yo buscaba los guantes, papel y alcohol en gel, para curar las heridas del horrible animal. Luego le puse un recipiente lleno de agua y le molí unas galletas para ver si comía. Ella no quiso comer, sólo mojo sus pies sobre el agua.
Cuando llegó Gonzalo, le conté el porqué de mi llamada, le mostré la paloma y le dije que creía que era una señal. Él sólo se río y bromeo al respecto. Nos acercamos y la miramos tratando de encontrar una solución al problema. Él me dijo que las veterinarias estaban cerradas los días domingo y que lo único que podía hacer era esperar a que la paloma se muririera.
Me resistía a pensar que lo que Gonzalo me decía pudiese ser cierto. Trate de tocarla, pero ella se dejó sólo un momento, después me pió de manera defensiva.
Nos alejamos un poco para ver si así comenzaba a comer.
Pasó un rato y ella parecía recuperarse, subió al altillo con dificultad y caminó por el durante un rato.
Se me ocurrió que si esperábamos a mi mamá o a mi hermana podríamos darle mejores cuidados y entonces decidí cobijarla en algún lugar.
Cogí una caja de la bodega y la forre con aislante para hacerla mas tibia.
Cuando volví a buscar a la paloma, ésta ya no estaba, se había metido a la casa creo. La busque por todos lados, en el estar, en el comedor, en todas las habitaciones, en el cuarto de planchado, en la cocina, en los baños y nada, había desaparecido. Tampoco se escuchaba sonido alguno que me pudiese indicar donde estaba.
La busque muchas veces más en todos los lugares posibles, pero nunca volvió a aparecer.
Lunes.
Al otro día la seguí buscando en el estar, porque era el lugar por donde ésta había entrado. Moví todos lo muebles, las cortinas, las mesas, pero nada, ni rastro de ella.
Había comenzado a creer que era un fantasma.
Martes.
Estaba sentada frente al computador, ya casi me había olvidado del asunto de la paloma, pero sorpresivamente un sonido como de bolsas vino desde el comedor. Me levanté presurosa para ver si ella había salido de algún lugar, pero no estaba. Esto comenzaba a preocuparme enormemente, si en realidad estaba ahí adentro, yo no sabía donde, y lo más probable es que iba a morir si yo no la encontraba.
Miércoles.
Nunca más volví a escuchar aquel sonido de bolsas, creí que finalmente había sido mi imaginación, que todo fue producto del miedo que sentí al recordar cosas que no debí recordar.
Jueves
Estaba nuevamente sentada frente al computador, ya más tranquila por la cuota de auto-convencimiento que me había inferido ayer, cuando sentí ganas de fumar.
Me paré y me encaminé hacia el umbral de la puerta. Me senté en el altillo, prendí un cigarro y miré hacia la calle para ver el tiempo pasar.
Ya no había ningún pajarillo extraño que perturbara mi mirada así que me entré.
Al cruzar la puerta percibí un extraño hedor que provenía no se de donde. Busque y busque, pero no encontré nada. Pero ahora tenía una certeza, sabía que estaba, pero que estaba muerta.
Traje una linterna para escudriñar en el único mueble que no pude mover, la gran estantería de madera.
Sentía el olor quemándome las narices, era extraño, no era un olor normal era un olor sulfuroso.
Tomé la linterna y miré por la rendija que quedaba entre el mueble y la pared. Ahí estaba acurrucada, el frágil animalillo horrible.
Volvieron a sonar esas palabras en mi mente: “La odié y la quise tanto por su preocupación y su negligencia”, pero ahora venían acompañadas de otras: “Agradecí comedido el gesto cordial, de la esencia que quiso salvarme sin un éxito rotundo”. Me di cuenta de que por más que hubiese querido salvarla ella había venido a morir.
La paloma quiso morir en mi propia casa, junto a mí.
Dedicado a mi querido Luto13_.
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