POR UNA CABEZA.
Aquel lejano verano, en los inicios de 1978 decidimos pasar las vacaciones en Rancagua; fueron diez o quince días en casa de mi hermana mayor. En vísperas de volvernos a Santiago fui a visitar a mis tíos que vivían en una población cercana.
Mi tía Marina, que es muy cariñosa y piadosa me hizo un regalo que nunca olvidaré, ya nos estábamos despidiendo cuando me dijo:
__Espérate, espérate, que tengo una cosita, para ti __ y partió rapidito a la cocina y volvió con un atado de cabezas de ajo bien grandes, al pasármelas me dijo:
__ ¡Aquí tienes doce cabezas de ajo! ... Yo, te las regalo de todo corazón, en el
nombre de las doce tribus de Israel para que te vaya bien durante todo
este año. __
Mientras estaba hablando llegó mi primo José Miguel, quien al escucharla le dijo:
__Mamita, ¿por qué a “esta” que no viene nunca a verla le da todas esas
cabezas de ajo tan grandes y bonitas?... A mí que soy su hijo, debiera
habérmelas regalado__ diciendo eso cogió la cabeza más grande de mi atado y
salió arrancando ... O sea, me quedé con once cabezas solamente.
De vuelta en Santiago, cuando estábamos abriendo la puerta de nuestra casa se acercó un vecino que también era compadre nuestro, y me dijo:
__ Comadre, vinieron a dejarle este telegrama, de primera el cartero no quería
dejarlo, al explicarle que somos familiares y llegaban hoy, me lo entregó__
El telegrama decía lo siguiente:
USTED ESTÁ SELECCIONADA POR LA PRODUCCIÓN DE SÁBADOS GIGANTES PARA PARTICIPAR EN EL CONCURSO DEL “ TÉ CLUB” ...
PRESENTARSE LUNES 15 HRS. LIRA 25. ESTUDIO C.
Por supuesto que todos quedamos muy excitados con la noticia. Para mí, esa noche de domingo fue interminable.
El lunes después de almuerzo, como vivíamos cerca, me fui caminando hasta el canal. Una vez en el estudio C, pasaron lista a todos los participantes de los diferentes concursos que en ese tiempo se hacían en el programa; luego de verificar la identificación previa a la presentación del telegrama nos ubicaron en lugares predeterminados, según fuera el producto por el cual concursaríamos.
Éramos tres las participantes del Té Club. Por sorteo me tocó el Nº 2; nos ubicaron en sillas marcadas con los números : 1- 2- y 3.
El concurso consistía en sacar desde un bolsa que nos presentaba la modelo, una tarjeta que especificaba si se ganaban o perdían vario electrodomésticos a la vez; si quedaban definitivamente para una, o pasaban a cualesquiera de las otras participantes;
Se hacía en tres vueltas lo cual resultaba demasiado emocionante para las participantes y súper entretenido para el público, que gozaba viendo como las modelos debían arrastrar los pesados electrodomésticos que iban y venían de una participante a otra.
Como se hacía por orden correlativo primero extrajo la concursante Nº 1; su tarjeta decía:
“ Usted se ha ganado una radio portátil y una guitarra”.
Después le tocó sacar a la Nº 2 ( yo), mi tarjeta decía:
” Usted se ha ganado una afeitadora eléctrica, un tocadiscos y todo lo que se haya
ganado la concursante anterior.
La tarjeta de la tercera participante decía:
“ Usted gana una lavadora y una enceradora”
Luego la modelo volvió a repetir la ronda.
Primero fue donde la concursante Nº 1 que le salió ;
“Usted gana un secador de pelo ”
Pasó a la Nº2 que leí ;
“Yo me he ganado una cocina “
Enseguida le correspondió a la Nº 3 ;
“ Me acabo de ganar un ventilador y una batidora”
Y se llegaba a la tercera y última vuelta que era la más emocionante.
Concursante Nº 1 ;
“ Me gané una licuadora, pero como ya tengo una en mi casa, se la mando a la
concursante que sigue “. ( yo )
Concursante Nº 2
“ Usted no ganó esta vez, pero la concursante Nº 3 le regala todo lo ganado por
ella hasta ahora “.
Concursante Nº 3 “ Que suerte, me gané un televisor”
Al terminar el concurso me di cuenta que obtuve once premios; igual que el número se cabezas de ajo que traje desde Rancagua.
Es de imaginar que con tanto premio llegué a llorar de emoción y ahí como siempre la genialidad de don Francisco:
__ A la señora, no le gustan los premios porque son muy pocos; tráiganle un
cafecito para la pena__
__ ¡No don Francisco, yo, sólo tomo Te Club! __ le contesté.
Claro que con esa salida todo el público aplaudió bastante. Don Francisco, para terminar el espacio con su acostumbrada elocuencia dijo:
__ ¡La señora, se ha ganado el derecho a participar por el “ auto A mí 8 “ en la
finalísima del mes de abril.
Recuerdo que el segundo telegrama me llegó en marzo.
Para la finalísima que tenía el premio mayor de un auto, se convocó a todos los ganadores del año anterior, por ende doce participantes.
Tanto, yo, como mi marido y mis hijos deseábamos ardientemente que me ganara el auto. ¡Para lograrlo tenía que prepararme! ... Por eso me conseguí una redoma en la que coloqué un montón de llaves. Me quedé con una, la que apreté fuertemente en mi mano por el lapso de dos minutos, que es lo que el animador ocupaba en reiterar las bondades del producto y en la explicación de desarrollo del concurso.
Luego deposité esa llave dentro de la pecera, la que moví para que se mezclaran bien; enseguida cerré mis ojos e introduciendo mi mano dentro de ella; con la yema de mis dedos las palpé todas hasta encontrar la que tenía temperatura diferente.
La saqué; era la correcta ya que la había marcado con una gota de esmalte para uñas. Este ensayo lo practiqué varias veces, y siempre con acierto, por lo cual ya me creía dueña del auto.
Cuando llegó el gran día, a todos los seleccionados nos ubicaron en la primera fila del estudio. Hubo grabación de otros concursos y varios números artísticos, entre los cuales vimos la presentación de un tal Maito, que parece que era argentino.
Don Francisco se puso a molestar a la modelo diciéndole que estaba enamorada de él, y ella se puso tan nerviosa que se le cayeron todas las llaves. Una estaba suelta, las demás sujetas por una argolla. Como mi ubicación era optima pude fijarme rápida y detalladamente en la primera. Tenía unas letras en relieve. Decía SAYME, las de la argolla se veían planas.
Cuando nos correspondió el turno de concursar, a los doce finalistas nos hicieron pasar al escenario. Me tocó al extremo de la fila. Bien podría ser la primera o la última, según por donde decidiera el animador comenzar las entrevistas.
Entró una segunda modelo con una redoma vacía; la primera abrió la argolla y le dejó caer las llaves que no correspondían. Acto seguido se acercó al animador, para entregarle la llave que estaba suelta, él abrió la puerta del auto para corroborar frente al público que era la correcta. La retiró y la mantuvo en su mano izquierda mientras hablaba de las cualidades del producto que auspiciaba ese concurso. Luego empezó a hacer la entrevista de rigor a cada concursante. Empezó por el lado opuesto al mío . ¡Quedé en el último lugar ! Terminado aquello llamó a la modelo que sostenía la redoma con las llaves planas; con gran alarde depositó la que mantenía en su mano dentro de ese recipiente, luego lo cogió, lo agitó para todos lados para que se mezclaran y lo devolvió a la modelo
__ ¡Ahora comienza este gran concurso y sólo uno de ustedes volverá en auto a su
casa!__ expresó.
La modelo se acercó a mi colocando la redoma a mi alcance. Rápidamente las miré observándolas todas planas y una sola con la palabra SAYME, la tomé enseguida, está tibiecita de algo sirvió mi ensayo; me dije.
Inicié mi recorrido hacia el auto segura de que iba a ser mío, pero ... don Francisco dijo:
__Momento ... momento ... Aquí hay un error, señora devuelva la llave, cada
concursante va a pasar en el mismo orden en que hice las entrevistas __.
Estuvo de más mi reclamo de que intuía que “esa” era la llave correcta.
__ Aquí se hacen las cosas en un orden preestablecido, la suerte es la suerte, si es
para usted, estando al principio o al final le va a llegar igual; sentenció con voz
firme__.
Mecánicamente dejé caer la llave y volví a mi puesto. Dos concursantes más pasaron a probar abrir la puerta sin éxito. La tercera persona, una señora que mientras esperábamos se estuvo vanagloriando de su buena suerte fue la que acertó.
Gritos ... Aplausos ... Carreras ...
Don Francisco retiró la llave del auto e instó a la ganadora a subir a él.
Luego se volvió al público y dijo
__ ¡.El que tenga que hacer un reclamo, que hable ahora, o calle para siempre! __
Era su frase habitual antes de terminar cada programa. Como todos estábamos tan cerca fui donde él e indicando a su mano cerrada le dije:
__ ¡Esa es la llave que, yo, saqué! __ él abrió la mano y proseguí:
__¿ ve lo que dice?
No hubo respuesta, o quizás, la acalló el sonido de la orquesta al dar por
terminado el Programa “ Sábados Gigantes”
Salí del canal con un sentimiento de impotencia; caminando hacia mi casa tuve tiempo de pensar; recordé a mi madre que todo lo soluciona hablando en proverbios:
“La suerte es del que la tiene; no del que la quiere.”
Pensándolo bien, mi tía me había regalado doce cabezas de ajo , pero como mi “primito” José Miguel me quitó una ...
Ya tenía once premios ... el número doce no llegó.
A veces se pierde... “Por una cabeza”
Pantera 1
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