Puta madre!!!–masculló- Si tan solo se lo hubiera dicho.
Después de pensar por que lo había hecho decidió que no hubiera podido ser de otra forma. Tuvo que callarlo, aprender a vivir con ello, y superarlo.
No había sentido algo así desde que había estado con ella por última vez, cuando creyó que todo había terminado. Ella, después de vestirse, se marchó sin dejar nada en claro, pero cuando volvieron a hablar el supuso que el sentimiento no era mutuo, aunque en ese momento ella creía lo mismo a la inversa.
Se dejaron de ver por unos cuantos meses y cuando se reencontraron todo era diferente. Él le presentó a su nueva novia y ella fingió cortesía, pero por dentro sentía como le carcomían los celos. En cuanto el se fue ella se dedicó a vociferar en contra de ella a los cuatro vientos. ¿Cómo puede estar con ella? –se repetía constantemente.
Él no podía dejar de pensar en ella, y se refugiaba en si mismo para ocultarlo. Se volvió mas reservado con todos. Comenzó a expresarse menos de lo que antes lo hacía, al fin y al cabo, ya nada se podía cambiar por más cosas que se dijeran.
Ella, por su parte, siguió pensando que las cosas no hubieran resultado. No se sintió triste o afectada ya que se habían superado sus expectativas.
Hasta que un día se encontraron, fue incómodo al principio, pero en cuando se dejaron de preguntas innecesarias y decidieron hablar de lo que había pasado todo comenzó a relajarse.
En ese momento, se desató una tormenta, el cielo se volvió gris, y sus miradas también.
Los dos habían estado equivocados.
Todo pasaba lento; hasta que el sacó una pistola de su chaqueta y se suicidó...
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