¿Que más puedo decir
si el reencuentro se hace fuego en la escarcha
para subsistir entre calles ciegas de ruido,
y el recorrido sobre ruedas es la entrada a tus brazos?
¡Ay de nuestra bendita ausencia!
¡Ay de nuestros besos guardados!
Y nuestras cinturas vacías...
¿Qué más puedo decirte?
Si este pergamino
es una tumba
destapada
sobre mi garganta
anquilosada
por este desvelo diurno...
¿Qué más puedes decirme,
si no es que me llevas,
si no es que te tengo,
sazonando mis pupilas
daga en la lluvia seca de mis muslos?
Texto agregado el 02-02-2006, y leído por 147
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Lectores Opinan
22-04-2006
Sobre todo la última estrofa. Culmen de un sentimiento entre plenitud y ausencia. azulada