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Touché
Mi pareja de esgrima nació hace 17 años mientras cantaba una murga.
Que espada su espada de metal helado. Metal del siglo de las rosas negras metal de las canteras del silencio. Esta esgrima… que karma.
Fui el del chaleco blanco y la cara cubierta la tuve enfrente y me hizo saber que prefiere perder y crecer que ganar y envanecerse. Me dejó ser el héroe de mentira y me hizo caer al pozo donde van a parar todos esos que creen ser sus dueños.
Su golpe final es cálido y da miedo. Yo también me hice vicioso de sus juegos de espadachines volcánicos a la orilla del mar, de sus adornos de mimbre escondidos y rotos debajo de la arena. Yo también le creí a la espada y no al destino.
Ahora soy practicante de esgrima que sueña con ella y la espera en cada partida como si fuera a llegar. Tengo su chaleco blanco y siento su espada haciendo contacto en mi pecho. Tacto secreto. Tacto último y hasta casi letal… tacto de su touché victorioso, tacto del destino que me trajo acá y me dijo que no… el silencio es herrumbre triste sobre los mangos plateados.
Porque la conozco sé que nunca va a dejar de blandir su espada y también por esa razón sé que algún hombre le ganará el tacto un día y ella volverá a rendirse digna y consecuente, apuntará la punta metálica y otra vez, posiblemente mientras cante su murga, será touché a la medianoche. Que honor para este espadachín frustrado haber visto la máscara y la espada caer al suelo… que contradicción esta alegría de perder en manos suyas.
Mi pareja de esgrima nació mientras cantaba una murga… eso me lo dijo el mismísimo Dios Momo. Dice que ese mismo día además de la espada, le dio un lápiz de dibujo y cuentas de colores. Y ella hizo oficio de los tres. A mí solo me falta saber que se siente vivir registrado en una de sus hojas.
Mi pareja de esgrima dejó un hueco en todas partes, un vacío grande y suave, una falta de calidad de ataque impresionante. Hace tiempo que Montevideo no se paraliza entera con su grito seguro y el recurrente tou…
Nunca terminamos el último. La pelea quedó empatada. Nunca supe si la dejé ganarme o me dejó ganar. Y las espadas son heridas abiertas en la ciudad. Si vuelvo mañana seguramente las encuentre en el piso de la enorme habitación. Nunca volví. Nunca admitir que nos quedamos sin el último tacto, nunca admitir que quedó inconcluso el último touché.
Mi pareja de esgrima nació hace 17 años… mientras cantaba una murga.
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Texto agregado el 02-02-2006, y leído por 111
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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18-03-2006 |
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uh!!! gigante! muy bueno. digamos que hacia falta... no? era de esperar... pero no gidamos más...
mi vieja cree que es hora de que te des una vuelta por casa a comer tortas fritas.
excelente texto azuldemetileno |
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02-02-2006 |
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El problema con la racionalidad es que me obliga a renegar de cosas como esta. Pero con vos nunca se pudo ser racional... no funcionás así. Te regalo mis estrellas y ese horizonte que pretendo seguir prometiéndote... siempre que me creas. Tu pareja de esgrima cree que este es un regalo gigante... y casi que no lo merece. Besos. iemanja |
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02-02-2006 |
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Buen estreno. Me gustaron las formas y la manera de contar.
Cuídate.
DDB dolordebarriga |
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