Cierro los ojos y aun puedo vernos de la mano,
yendo hacia tu casa,
un lugar desconocido y deseado,
caminamos demasiado, era como desesperar en càmara lenta,
vos hablabas de plegarias, de milagros , de un altar,
y yo sentìa que iba al cielo.
Un siglo despues subimos una escalera hasta el lugar perfecto,
un sillon, un vino raro y vos.
Me invitaste a recostarme y bebimos, no se cuanto,
tenìamos dudas, tenìamos dolor, tenìamos tanta soledad.
Hablamos hasta que las palabras se hicieron confusas
y entonces tapaste nuestras bocas con el sabor del miedo escapando,
me pusiste de pie y la ropa, densa como un deseo guardado, se nos cayò
al piso junto con el resto del mundo.
Tus manos se deslizaban despacio y el tiempo
empezò a transpirar entre los dos,
no podia dejar de mirarte, (una trampa celestial)
un segundo màs con tus caricias y despues el delirio
me estallò en la piel.
Le di una falsa calma a mi mente recorrièndote,
cada beso era un brindis a tu cuerpo,
cada roce era el alma contagiada de placer,
cada gemido el sonido del fuego.
Y otra vez el sillon, pero ahora mi cuerpo era tuyo,
y eran tuyas mis emociones,
me quemabas (el hielo y el vino)
me respirabas (el veneno y la miel)
me esclavizabas (el sueño y el pecado),
nos fugamos de la cordura temblando, una y otra vez.
Vos querìas huir y mi cuerpo era un puente
yo querìa un abismo y tu cuerpo era el cielo,
nos dimos lo necesario para querer volver...
Cierro los ojos,
nos han borrado del mundo,
pero guardamos una foto del placer.