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TiempO
Reloj: Maquina o artefacto para medir el tiempo.
Tiempo: Mide la duración de una acción, proceso o condición existente o continua. Acción: Realización de una constante(s) en estado(s) con posibilidad de repetición. Proceso: un fenómeno natural marcado por cambios graduales que llevan a un resultado particular.
Condición: Algo esencial para la ocurrencia de algo mas.
Distancia equivale a Tiempo.


Un día de Junio, caluroso y sofocante, yo esperaba en línea para renovar mi licencia de manejar. El reloj de pared marcaba las tres con diez de la tarde y ya llevaba dos horas y media de pie. La paciencia se había alejado de mí. La vi sonreír y despedirse, seria más de una hora antes. Desgraciada paciencia, virtud que nunca me dio la mano y como siempre en el momento mas inoportuno se retira dejándome desolado. Compare el reloj de pared con mi reloj; el mió leía dos minutos adelantado “Maldita sea!” Pensé, “Hijo-puta! Estas mierdas de relojes nunca se ponen de acuerdo. Todas marcan la hora, el minuto y el segundo que les apetece.” Mire hacia adelante, las dos chamacas que seguían conversando adelante me comenzaban a sacar de quicio. Sus cuchicheos que tiempo antes me parecía jovial y hasta algo sensual, a hora parecía monótono y fastidioso, “Miérda! Como se fue a averiar el aire acondicionado a hoy. A hoy! Precisamente, el día que escogí al azar, para venir a este departamento de miérda.” Es como si el Dios Tiempo estuviera confabulándose en mi contra. Como si planeara mi castigo y me trajese aquí, en el día más caliente del año, en el día que el aire acondicionado no trabajase, en el día anterior a mi cumpleaños.
Maldecía al tiempo y como se pierde en pequeñas cosas, en el ir y venir. En hacer cola en los mercados al pagar a las cajeras, cola para entrar al cine, cola para entrar a un restaurante, cola para el correo, cola para el banco. Pero yo le llevo una al Dios Tiempo. Si el cobarde ladrón que me roba momentos, no sabe que yo guardo los mejores momentos de mi vida, atrás muy atrás de mi mente. Allí los tengo escondidos, para que nadie, me los pueda quitar, ni los mismos Dioses se pueden meter en mi mente y robarme esos, cualquiera de esos momentos felices de mi vida. Momentos como mi primer beso, como la primera mujer, como mi primer dinero, como el estar con los amigos y pasar un rato ameno. Así como mi cumpleaños, se avecina mañana y en la penumbra de lo que espero sea un día para no olvidar, para guardarlo como codiciada moneda de oro, lo guardare en el banco de mi memoria. Si al amanecer comenzarán mis fiestas. “Que buena onda!” Sonreí para mi, “Que me irán a regalar los que de mi se acuerden. Pero y si nadie se acuerda?” Me pregunte, medio acongojado, “Hasta el momento nadie a dicho nada. Tal vez me tengan una fiesta sorpresa. Eso si seria una buena onda. Una buena cena, con buenos tragos, buena compañía y regalos al final.” Camine sin pensar la línea se movía mientras yo seguía encismado en mis próximas celebraciones. “Me gustaría una Polo shirt con el emblema de los 49re’s, un encendedor (de un tiempo acá, los he venido coleccionando), y sobre todo robarle un día, una hora, un minuto, un segundo, un momento al tiempo. Ese maldito tiempo que me trae a sól y a sombra. Todo el tiempo corriendo, corriendo y sin avanzar mas que unos escasos pasos, unos pasos que me llevan al final de mi camino. Pero mientras pueda, mientras tenga fuerzas y deseos, le robare momentos felices, los robare y los guardare allí donde nadie sabe que los tengo...” un toque frágil sobre mi hombro interrumpió el hilo de mis pensamientos. Un hombre detrás mi señalaba la ventanilla hacia mi derecha abierta y yo era el siguiente en línea. Cubrí la distancia en cuestión de segundos.
Tiempo después iba con rumbo a casa. Recordé, ‘Maniobras’ la cantina cerca del cantón. En impulso decidí parar. Mi reloj leía cuarto para las cinco. “Esta bien me echo una o dos cheves y me voy para el cantón” pensé. Dicho y hecho en cuestión de minutos, ya estaba sentado en la barra con una ‘Corona’ enfrente. Prendí un cigarro, “Que Buena onda, que todavía pueda fumar aquí en este congal.” Me dije entre mi. El sabor frió, amargo de la cerveza, dibujo una sonrisa en mi rostro. “Ah, que rico! Así nomás como me la receto el doc.” Me dije, “Esto es vida, lo demás es cuento.” Con esto termine la frase.
Mi mente se remolco a la mañana del mismo día. Me había levantado más tarde que de costumbre y tenía prisa. Una junta me esperaba en cuestión de una hora. Rumbo al trabajo me encontré con el tráfico pesado y lento de Los Ángeles, prendí el primer cigarro del día, cambié de estación de radio justo al momento que el locutor anunciaba la hora. “Son las ocho y veinticinco y se viene un día caluroso.” Fruncí la boca y pensé, “Que poca madre! A quien chingados se le ocurre tener una junta a las nueve de la mañana. Ya ni la chinga, el cabrón.” En ese mismo instante recordé que fui yo quien escogió la hora. “Mierda! Ya ni la hago” Me dije con una sonrisa maliciosa, -como la del gato, que se comió al ratón- pero en fin lo hecho, hecho ésta. A mi favor tuve que adelantar todo, pues el tiempo se me echa encima y además tenía que renovar mi licencia. “Para que carajos dejo todo lo mió hasta el ultimo.” Pensé en voz alta y añadí, “Lo bueno que nadie esta aquí conmigo sino van a decir que estoy loco.”
Llegue a la oficina cinco minutos antes de la hora. Tuve tiempo de llenar mi taza de café recoger mi libro de apuntes y dirigirme al cuarto de conferencia. El reloj de pared daba diez segundos para la hora. “Siempre puntual” dije en voz alta, sin dirigirme a nadie. Todos menos dos cabrones estaban presentes y cinco minutos después comenzó la junta. Uno hablaba y otro opinaba sobre lo que el primero dijo. Otro más daba la contra a los dos primeros y cualquier cabron que tuviera una opinión, o una sugerencia. Un cuarto se quedaba con el ansia de sugerir o simplemente ser escuchado. Yo permanecía callado saboreando mi café. Deje que trascurrían los minutos para ver si se llegaba a un acuerdo y después de casi dos horas. Los interrumpí, dije algo tosco y les dije que no regresaran hasta que estuvieran de acuerdo en un plan y una dirección a tomar. “Jijos-de-su-chingada-madre! Nomás a perder el tiempo vienen.” Pensé pa’mi.
Le dije a Oscar, el cábron que les llevaba la contra a todos que se quedara para charlar. Oscar un hombre de edad madura, regordete y con doble papada. Su cara pintaba duras líneas permanentes, que corrían de la nariz hacia la mandíbula, hondas líneas en el ceño, y alrededor de los ojos. Tal vez por años de fruncir los ojos con muecas de coraje.
“Mira hombre, tu tienes opiniones negativas contra todo y contra todos...” Comencé por decirle, antes que me cortara con un;
“No es así, es que...”
“No me interrumpas cábron, que no somos iguales. Aquellos se dejaran babosear por ti, pero a mi me dejas hablar, y no vas a decir ni pió, hasta que te diga. Entiendes?”
“Perdón no te quise interrumpir, solo quería...”
“Ahí estas de nuevo cábron. Cállate la pinché boca antes que me saques de quicio. A hora tu estas muy vérga para opinar y desbaratar cualquier sugerencia constructiva que se pone en la mesa. Pues bien, tú te vas a encargar que para mañana ahiga un plan. Una dirección que tomar. Y si no tienes nada para mañana, espero la carta de tu renuncia en mi poder a primera hora.”
“Pero es que. . .“
“Pero ni madres, cábron. Mañana a primera hora.”
“Oye tu no me puedes pedir la renuncia, ni botarme de este empleo, así nomás porque si. Yo tengo quince años trabajando aquí en esta compañía. Tengo señoría.”
“Tienes razón, tienes quince años trabajando aquí y yo tengo dos años trabajando contigo. Y también vives bajo la ilusión, que porque llevas tanto tiempo aquí, eres indispensable. Pues bien yo voy a reducir tu experiencia a esto: Constantes criticas negativas a tus compañeros. Bajas a la moral del equipo, que se te asigna. Peleas verbales y abusivas; y ahí de aquel que se te ponga en la mira de tu escopeta de rencor o percibido agravio. Le disparas balas de silencio, balas de menosprecio. Le hieres con indirectas, con miradas duras, con descrédito a su labor.” Oscar frunció el seño, pero yo continué, “Y veras cábron que si te puedo correr, te puedo correr por insoburdinación, por apatía al trabajo, y si para mañana no tienes un plan ejecutable; por incompetencia. Que te parece?”
“Esta bien.” Fue lo último que alcanzo a decir.
Baje la Mirada y en ese momento me di cuenta que mi botella estaba vacía. Con una señal de mano le pedí al cantinero una más.
Un cuate al lado mió dijo. “Que hora es?”
“Es hora de pistiar,” Le dije con una sonrisa, y añadí. “Nomás te estoy cabuleando. Son las cinco y media.”
“Ahí guey! Ya me tengo que ir.” Dijo un tanto agüitado.
“Cual es la prisa? Si acabo de llegar.” Yo seguí con mis vaciladazas.
“Es que le dije a la señora; que iba a llegar a comer.”
“Pues ni modo. Ahí nos vemos.”
“Órale, hasta luego.”
Y con esto se fue. Nunca pregunto mi nombre, ni yo el de el. Falta de tiempo, me imagino.
El cantinero puso otra chela delante mió, recogió el dinero y se fue.

Me volví a refrescar la garganta con el líquido amarillo claro. “Ah!” Que chido sabe.” Como de costumbre prendí otro cigarro. “Que bien después de un día como hoy, que bien cae una chela.” Pensé y el hilo de mis pensamientos me llevó a decir sin palabras. “Un día con otro, cuando tenga tiempo, agarro unas vacaciones y me voy a un lugar que tenga playas. Simón! Un lugar chido que me pueda levantar a la hora que se me de mi regalada gana y ni un minuto antes. Después iré a la playa, me sentare en la arena, pero eso si; la arena tiene que ser blanca, tan blanca que el reflejo del sol se vea en la misma y la haga brillar. Tengo que ir en verano, pues es el mejor tiempo del año. No llevare ni celular, ni Laptop, ni le daré a nadie información a donde voy. Así no me joden e interrumpen mis vacaciones. Eso si que estaría de maravillas. Tres semanas de pura vida. No! Tres semanas son muchas y luego el jale se me amontona. Mejor nada más dos semanas. No. Ni dos pinches semanas se va a poder; sobre todo con todo lo que esta pasando. Bueno una por lo menos. Una semana si que se puede hacer.” Entre trago y trago seguía con mis ilusiones de estar lejos de aquí. “Una semana de pura holganza, de rascarme los huevos y echarme mis chelas. Comer a la hora que se me pegue la gana, ir a dormir sin tener que preocuparme del mañana y las miles de cosas por hacer.” Me lleve la botella a la boca y me sorprendí que estuviera vacía, pues apenas recordaba haberla tomado. “Estoy chiflado, loco de remate.” Me dije y luego con el mismo ademán anterior le pedí al cantinero la siguiente.
Con una sonrisa deposito otra ‘Corona’ su limón partido, tomo el dinero en el mostrador y dijo. “Que tal! Como va todo?” Su pregunta era más de cortesía pero la respondí, de todas maneras.
“Muy bien, y se esta poniendo mejor.” Le devolví la sonrisa. El se giro en la punta de sus pies y se fue rumbo a la caja.
Yo me volví a montar en mi avión de fantasía y volé a los cielos de la imaginación. “Simón! Una semana de gloria, caminando por la playa sentir la arena entre los dedos de mis pies. Dejar que la brisa acaricie mi piel, y zambullirme entre las olas del mar, cuando el cuerpo así lo pida. Ya con el cuerpo fresco y la mente tranquila, sentarme a la orilla del mar. Comer unos camarones, pulpo, ostiones, y unas chelas de complemento. Si mi brother estuviera aquí le haría mala cara a la comida de mar, pero con un bistec y unas papas se alivianaría el cabron. Eso si a la chela no le haría mal ojo. Pues al fin y al cabo somos hermanos, del mismo padre y la misma madre. Después del refin; tumbarme con la cara al cielo y perderme en la tierra de los sueños. Pero yo he vivido parte de esto.” Me dije, al mismo tiempo que una ola de memorias bailoteó en mente; fui al almacén de mis recuerdos y me sumergí en fondo de las cavernas del pasado y recordé doce años atrás. Cancún, México. Que playas tan bonitas, la arena blanca y aguas cristalinas. El sol quemante invitaba a beber, una chela, dos chelas de refrescante sabor. La brisa del mar ayudaba a sostener las temperaturas altas. Mi cabello era negro y saludable, mi cabeza lleno de este mismo. A hora al pasar del tiempo yo he ido perdiendo parte de mi cabello, también las canas llenan mis sienes. Estoy más pesado y me siento mas tranquilo. No tengo el ansia de vivir la vida como en ese entonces. “Será que me he puesto viejo? No será cabrón ya estoy.” Simultáneamente me pregunte, me respondí y me reí. Volví a tomar un sorbo de mi cheve, seguí el hilo de mi locura, “Cuando fui que envejecí? Cuando perdí la ansia de la vida? Cuando perdí la necesidad de las viejas?” No podía poner el dedo el preciso momento, que descubrí, que ya no era el mismo. Paso como todo poco a poco, otra de las tarugadas del Dios Tiempo. “Me roba mi vida, y yo ni cuenta me doy. El trabajo ha llegado a consumir gran parte de mi vida. El ver crecer a parte de mi gente, y la otra ponerse mas vieja, así como yo. Esto se vuelve cosas de todos los días, los días se comen a las semanas y estas a los meses, por ultimo llega el final de un año y otro comienza.” Sorbí la cerveza y prendí otro cigarrillo. Llene los pulmones y vi el humo deslizarse de mis labios, subir hasta perderse en el techo, “Había un tiempo en que podía correr detrás de un balón por dos tiempos enteros. Podía fajarme con el mejor peleador y tener la estamínea de terminarlo o que me terminara sin un…! Púa! A hora si no lo tiro en cuestión de minutos me la puedo ver negra. Donde se fue mi juventud? Que camino tomaste salvaje, ilusa compañera, que en los días de ayer por la mano me llevabas. A hora que tengo la sabiduría para llegar lejos, de mi te has alejado. Noches de ronda que podía coger horas y horas enteras, contigo a mi lado juventud pasajera, las mujeres de mis pasados días, eran satisfacías. Y si ellas no eran satisfacías, Si mis ansias de caricias.” Tome otro sorbo de cerveza para apaciguar la nostalgia de ayeres perdidos. Pero mi mente me traiciona y vuelve al lugar de añorancias, “Si tan solo pudiera irme de vacaciones, si tan solo lo pudiera hacer a horita mismo. Que chido! Que buena onda! Pero con estos cábrones con quien trabajo, ni a hora, ni el mes que viene, y probablemente ni el año que entra. Bola de inútiles, nomás que aquel cábron de Oscar no me tenga un plan pa’ mañana. Lo corro al-hijo-de-la-chingada. Si de por si ya esta tarde el proyecto y estos mamones todavía rascándose los huevos. Yo tuve la culpa por dejarlos sin rumbo. Les hubiera dicho desde al principio lo que quería y así se acababan las chingaderas. Si nomás por andarles dando chanza que se aventaran a lo hondo, solos. No la hacen! No la hacen! Les faltan los huévos para tomar desiciones.” Coño decía mi jefita, “No es lo mismo ver a los toros de lejos...” A que mi jefa, siempre tenia algún refrán o un dicho pa’ todo. Que buenos tiempos cuando ella todavía estaba conmigo o con nosotros. Y nomás de acordarme me dio ganas de un tequila. Le pedí al cantinero un trago de ‘Tres Generaciones’ A que buen tequila. A la raza le guste el ‘Venadores’ o el ‘Cazadores’ el puto tequila con el venado de emblema. No señor a mi puro ‘Tres’ sino; ni madres. A que rico trago, me puso como quería.
“Quien es esa vieja que esta echando el ojo? Se me hace que la conozco. Pero de donde? Donde chingados la he visto? Ya se me subió el alcohol, será porque no he comido? No si yo soy de aguante. Un pinché tequila no es nada. Dicen que uno no es ninguno, dos son uno y como uno no es ninguno, pues chinge-a-su-madre. Me aviento el otro. Y dicho y hecho le pedí al cantinero el siguiente. A hora si. A hora si, me siento perfecto. Peerfeectoo.” Pensé entre mi.
“Esa vieja me sigue viendo, si no la conozco, pos la voy conociendo.” Y levante mi copa, mis cigarros, el encendedor y que me fui a sentar junto a la mujer.
“Qui-hubo!”
“Que tal!”
“Porque tan solita mi reina?”
“Acabo de llegar, espero una amiga.”
“Pues ya somos dos. Que te parece si la esperamos juntos?”
“Que te parece si nos tomamos una, mientras esperamos.” Dijo retóricamente, mientras depositaba sus ojos en la copa vacía, que yacía delante de ella.
“Pos pa’ luego es tarde mi reina. Que te tomas?”
“Lo mismo que tu.”
“Pues yo aquí estoy con una ‘Corona’ y para que no se sienta sola, la acompaño con un ‘Tres Generaciones’ Que te parece?”
“Me parece bien. Me parece que vamos a tomar en serio.” Dijo en un tono neutral, medio guasón.
“Pues en serio o en bromas. La vida es corta para desperdiciarla.”Le hable al cantinero le dije, lo que tomábamos y aproveche un minuto para ver a la cháva que tenia a un lado. No estaba mal la nena, no era una belleza, pero tenía lo suyo. Tendría unos treinta y pico de años, yo creo que unos treinta y cinco, treinta y seis. El cabello ondulado, negro (pintado), corto, la hacia parecer mas joven. La blusa blanca, transparente dejaba ver un brassiere del mismo color, debajo del mismo se escondían los senos de medio tamaño, ovalados. No eran firmes pero se palpitaba todavía vida en ellos. Una falda negra, a media pierna, daban vida a unos muslos cubiertos por un par de medias entre oscuras. No le podía juzgar la nalga, pues las tenía ocupadas en la silla. Esta ultima jalada mía, me hizo sonreír. La cara tal vez en una época fue bonita, pero a hora ni el maquillaje que llevaba cubría, el pasar del tiempo. Tal vez unos cinco o seis kilos de sobre peso, delataban su verdadera edad.
“Salí aprobada?” Pregunto a media sonrisa, mirándome directamente a los ojos.
“Que?” Esquive su mirada momentáneamente.
“La manera que me mirabas.”
“Pienso que te conozco”
“Me reconoces por las tetas o las piernas?” Dijo y se puse a reír. Con una sonrisa honesta sin malicia.
“Ambas.” Me había torcido y ya sin más, le seguí la onda y sonreí con ella.
“Aunque si nos conocemos.” Me vio de reojo.
“Si? De donde?”
“Ya te acordaras. A hora brindemos. Por buenos tiempos y los que vienen.”
“Salud! Que la buena onda nunca se acabe.”
“Tienes razón, un buen tequila acompañado de una cerveza, le cae bien al cuerpo.”
“Pues que no sean los últimos. Cantinero otra vez, por favor.” Dije esto con un girar de dedos.
“Que hora es?” Pregunto a medias.
“Ya te quieres ir? Pensé que íbamos a chingarnos unas copas?”
“Yo te acompaño, pero estoy esperando una amiga.”
“Son las siete y cuarto.”
“No tarda en llegar. Siempre llega tarde. No tiene noción del tiempo.”
“El tiempo. El tiempo. Que es el tiempo?” Pensé en voz alta.
“No se que sea el tiempo. Pero te voy a contar un chiste y a lo mejor la respuesta esta ahí. Había un cuate una vez, que se encontraba desolado. Había perdido su trabajo, chocado su carro, no tenia seguro de auto y las deudas se le amontonaban. Fue a la iglesia a rezar y a pedirle a dios que lo ayudara. Le dijo, “Señor todopoderoso, alabado seas. Mi señor nada es imposible para ti. Mil años es un segundo para ti, un segundo tuyo son mil años para mí. Todo el dinero del mundo es nada comparado a lo que tú posees. Señor, mi señor dadme un millón de pesos. Dios todopoderoso un millón de pesos, es como un centavo para ti. Dios mió. Dios mió, respóndeme.” Y una voz bajo del cielo y le dijo. “Mi hijo he oído tu plegaria, dadme un segundo para considera.”

Me tomo un segundo para agarrar la onda, después reí y reí. Reitero la muñeca tenia lo suyo. Pocas mujeres pueden hacerme reír. Una sonrisa se las brindo gratis, una risa se las tienen que ganar. Así pasamos otro rato, otras copas.
La amiga finalmente llego. Era unos años más joven que ella, mucho más bonita, pero no tenia la gracia que la primera. Se sentó a la par de ella, ordeno algo de beber, para variar lo mismo que nosotros. Y para alcanzarnos sus tequilas venían dobles. Intoxicados decidimos seguir la fiesta en casa de una de ellas, no recuerdo de cual de las dos. Era tarde pasaban de la una de la mañana. El tiempo había volado, no se donde se esfumaron las horas, los minutos, los segundos. Tal vez en la charla que compartíamos, tal vez en el fondo de las copas vacías. En fin pague la cuenta y me fui con ellas.
Rumbo al cantón de las morras me colgué del patín y pensé. “A hora si cabrón Dios Tiempo, a hora si, que te voy a robar un de esas monedas de oro raras, que digo raras, rarísimas! Esas que valen diez de lo normal. Dos chavas conmigo y a mi edad. Que bárbaro! Estoy bruto! Es fenomenal, esto si que no me pasa seguido y tal vez sea la ultima vez. Pensándolo bien, nunca he estado con dos nenas al mismo tiempo. Que buena onda y yo que me creía un ruco, un viejo listo pa’l retiro. Ya ni la chingo! Pero a hora si cabrón Dios, a hora si te chingaste. Me has robado tiempo y con el tiempo vida. Pero todavía las puedo, tanto así que mira cabrón, mira las dos viejas a mi lado. A hora si que me las pagas hijo-de-puta, cabrón Tiempo, esta noche me desquito por el sinnúmero de momentos perdidos en hacer cola, en la lentitud del trafico, en la espera de los aeropuertos. Tu que crees guey, que todo se iba a quedar así. Ni madres cabrón, tarde o temprano me iba a desquitar. Is barniz, esta noche me las dejo caer y la memoria de a hoy, va ir directa a la caja fuerte de mi banco. En años venideros y cuando la vida me traiga reveces y diga que ya estoy viejo, extráire el recuerdo de esta noche y lo viviré una vez más.
Al llegar a su casa, el alcohol nos esperaba con brazos abiertos. Hasta ese momento sabia que esta ebrio, que tan colgado no estoy seguro.
Si se que desperté al otro día, o el mismo día, pero ya muy tarde.
“Mierda!” Que chingados paso?” Me pregunte. A mi diestra dormía una de las nenas de anoche, a mi siniestra la otra. Yo en pelotas, ellas como vinieron al mundo. No recordaba
Nada. El tiempo se había esfumado de mi cabeza. “Maldita sea! Como jijos-de-la-chingada no me acuerdo de nada. Dos viejas conmigo, y yo sin idea. Maldita suerte!”

Texto agregado el 01-02-2006, y leído por 107 visitantes. (0 votos)


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