‘Pero estás casado…’, fue la respuesta de ella. Respuesta tras la hoja de papel. Callada, inmune…certera…como un alfiler penetra en la conciencia.
Solo nos conocíamos tras el papel, nos hemos dicho montón de cosas, hemos dialogado, nos hemos acercado, coqueteado peligrosamente tras las palabras, NO hemos hecho de todo, pero nos hemos comunicado.
Tomare mis cosas y me largare a la oficina, tomare mi maletín, lo cerrare con el último papel de la noche y, me llevare martillando la última frase del día anterior: ‘pero estás casado’.
¡Sí! Tenia que decírselo, ya el sudor entre nos, estaba llegado al borde y estaba cayendo tras el pozo circular y sin fondo, en vueltas sin fin…tras el recuerdo de su voz vertida en el papel, tras su figura, silueta tentadora de hojas impresas, tras sus argucias y ojos encantadores.
El papel lo aguanta todo, el mudo papel no reconoce sentimientos…pero aflora emociones y transmitía la belleza de aquel ser. Aquel que hoja tras hoja, me comunicaba su –yo-, y ella suavemente me susurraba al oído…-Ven…Ven….aquí estoy.
Pero quedara la duda. Yo sin conocerla, ella sin haber palpado mi cuerpo, yo sin haber suspirado su anhelo…quien sabrá , sin conocernos …quien dirá si al toparse con mis ojos, todo el monumento tras las letras negras se venga abajo o sin saber sus rasgos, quedara la incógnita en el tiempo eterno…¿de cómo será ella?
Quien sabrá si al conocerla, la magia de sus letras se desvanezca o me tope de nuevo con las emanaciones de su espíritu como silueta de ambrosia que sube a mi cabeza.
¿Quién sabrá?
Tras los pliegues de tú vestido soñé encontrar el perfume de su ser.
Las olas del naufragio poco a poco van llegando a mis pies. Tan cerca del mar y tan lleno de sed.
Los minutos del destino van cerrando la agonía de haberte escrito y no poder ya conocerte.
¡Calla!!
Shhhh.
La nave del olvido ha principiado el viaje al ocaso, allá al fondo del mar. Dejando la estela de tú recuerdo como burbujas llenas de espuma, al igual que mí ser, solo llenas de aire y nada de ilusión.
Las dunas en el desierto semejan tus pechos de mujer. Envuelto en el espejismo del gozo, al sentirlos tras mis dedos, dilúyanse en arena al simple tocarlos, desvanecidos por el soplo suave del viento.
También sufro al imaginar el chasquido del papel, tras las manos blancas y ojos fijos en mis palabras, como ‘ella’ miro mi confesión, me imagino como su rostro se desvaneció y voltio sus ojos hacia la pared. Ella en su oficina, con la sequedad en la boca y la espera tras la ropa de su cuerpo...sin saber, ilusionada y, hoy…enojada con ella misma, tras sus contorneados ojos, tras su intimidad, recibiendo la noticia del hombre del portafolio.
Tenia que decírselo. Y sin embargo…el martilleo en mi mente de su respuesta, me sigue a todos lados: ‘pero estás casado’, ‘pero estás casado’
Tarareando y transfigurando el poema de Batres –
Sola, fija, en tormento a toda hora,
ella… en postre sentimiento, en aroma de flor
escapada y tierna, envuelta en cada hoja
Talvez amada, querida y enfrentada
Ella y cada vez más ella, floreciendo y muriendo
envuelta en mis recuerdos y tras mis frases disueltas
Escuchando el susurro de su voz…de las palabras
de la llama indiferente que consume mi piel y su recuerdo
…en tormento a cada hora.
Adrián
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