Es mi particular creencia, que el universo está regido por fuerzas armoniosas, las cuales permiten que todo lo creado sea estable, duradero y equilibrado. Estas fuerzas permiten y a la vez gobiernan esta armonía plena. Mis sentidos se regocijan cuando observo el equilibrio tanto en la vida de las plantas y animales, como en las fuerzas que hacen posible la combinación equilibrada de los elementos naturales y también cuando observo aquel hombre, bueno, dotado de especiales atributos que le permiten moverse en el plano material y espiritual de una manera singular, enfrentando el bienestar y el dolor o amargura, dualidad existente en las sensaciones que cohabitan en el diario vivir de todo ser humano, con dosis de optimismo y positivismo. Si cualquiera se detuviera a reflexionar de una manera simple pero profunda en el actuar del ser humano, se daría cuenta fácilmente que el hombre posee libre albedrío, pero no libre voluntad. A este hombre, el que admiro, de especiales facultades, con su libre albedrío lo veo intentar experimentar al máximo el bienestar, pero una vez que lo hace, si es que lo logra, no la mantiene ni lo repite, a menos que las condiciones que se lo permitieron, se reencuentren con él, pues sabe ciertamente que al obtenerlo nuevamente, usando el arbitrio de su voluntad rompe el equilibrio y producto de ello sobreviene el caos; es él, que con sus manos limpias y guiadas por su corazón puro proyecta un accionar limpio en su entorno y está siempre al servicio de la humanidad, contribuyendo al perfeccionamiento de ella y no la conducirá jamás, conciente o inconscientemente, a su destrucción, con afanes egoístas, por decir lo menos. Él, aplica su voluntad sólo en el caso de tener sensaciones de dolor o amargura, pues es con ella que las racionaliza, dosificándolas, lo que le permite seguir siendo parte de la armonía plena. Al manejar adecuadamente esta dualidad, obtiene aquellas condiciones indispensables para llegar a conocer desde alturas tanto su propio equilibrio personal como el de la sociedad y también puede apreciar el de la naturaleza que le rodea y así lograr sentirse integrante pleno de un Universo que le entregará las Verdades y la Belleza que viven y perviven en Él.
Lionel Henríquez B.
Septiembre de 1988 |