UN ANGEL
Aún recuerdo perfectamente el primer día que te vi. Y para suerte mía te vi por detrás. Dios mío!!. La máxima expresión de la naturaleza para representar la perfección de las líneas curvas estaba caminando justo enfrente de mí.
Solo Dios sabe como amo la naturaleza y su sencilla y grandilocuente belleza. Y ahora la estaba viendo. Con cada paso que tú dabas crecía mi fe en Dios; cada vez que la etiqueta Wrangler adherida al bolsillo derecho de tus jeans se movía, mi alma llegaba al cielo y conversaba con los ángeles. Y cuando te detuviste en la esquina para cruzar la calle, OH Dios!!. Mi corazón no se cansaba de agradecer a cada uno de los santos que recordé y a los que no recordé también, por la posibilidad que le daban a este sencillo mortal de ver con sus propios ojos una de las maravillas de la creación.
“Esto es lo más hermoso que he visto en mi vida” – pensé – y con esta agradable demostración de que Dios existe creí que mi día estaba completo.
Pero de pronto te volteaste y pude verte completamente!!. Nunca vuelvas a hacer eso sin avisar!!. ¿Alguna vez alguien a sentido la sensación de agonizar?, Bueno, yo la sentí. Creí que moría. El corazón me latía en plena garganta y pensé que en cualquier momento este traidor se me escapaba para ir a rendirse a tus pies y esperar a que tu hicieras lo que quisieras con él. Todo esto me sucedía mientras empezaba a flotar sobre el pavimento. Estoy absolutamente convencido que en realidad ese día, frente a ti, volé. Mi piel se despegó de mis músculos, y estos de los huesos y estos de mi alma, para quedar así, solo en alma frente a ti criatura de sueños, criatura de mis sueños.
No creía poder resistir tanta hermosura. Fue un ataque de belleza y armonía a mansalva. Te diste vuelta sin avisar y casi te convertiste en asesina. Te diste vuelta sin avisar y me desnudaste; y sin poder resistirlo lo hice yo también.
Intenté buscar por alguna parte algo humano en ti, pero salvo por los Wrangler, todo lo demás me decía que eras un ángel. Tu cintura hacía lucir más aún la perfección que derrochabas hacia uno y otro lado de ella. Tu rostro estaba modelado por el gran Rafael. Piel morena que servía de fondo para los ojos más bellos que hayan existido siempre. Ojos como dagas que de una sola mirada llegan hasta el centro mismo del corazón. Ojos que son capaces de hacerte volar a mil kilómetros de altura en un segundo y en el siguiente hacerte bajar sin paracaídas y en cada libre para, a un metro de suelo, detener la caída con un simple, delicado y coqueto pestañear.
Luego vi tus labios, los pude imaginar suaves, dulces y tibios. Trozos irreverentes de erotismo puro. Carne hermosa hecha para hablar, reír, llorar, besar y temblar, temblar... temblar como temblaban tus pechos al compás de cada uno de tus delicados pasos. No puedo hablar de ellos sino como tu esencia misma de mujer-ángel. Verlos, olerlos y besarlos es la comprobación real y tácita de que Dios existe. La suavidad de la hermosa piel mate que los cubre, y el exquisito aroma que de ella se desprende, los hacen mi lugar secreto para descansar mi cabeza cansada y para recordarme cada día que la perfección existe y que está aquí a mi lado, desnuda, acurrucada en mi hombro, en mi cama.
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