Kalil vio el mar por primera vez cuando tenía siete años.
Siendo solamente un niño, había quedado huérfano y su destino quedó a la suerte del único pariente que le quedaba con vida. Un tío que vivía en un pueblito escondido por el litoral norte del Brasil.
Entre morros y espesa vegetación se levantaban un par de chozas hechas de madera y barro, construidas en las cercanías del mar e impregnadas con un fuerte aroma a sal. Aquél aroma era tan intenso que los primeros pobladores habían llegado allí atraídos por el mismo y se quedaron al ver asombrados la belleza de sus playas. Llamaron al lugar Maresías.
Cuando su tío se enteró de la noticia, no tuvo más remedio que aceptar al niño, pero ocupado como estaba con los negocios de plantaciones de cocoteros, le dejó la tarea de la crianza a la mulata con la que convivía.
Kalil llegó a Maresías con nada más que su inocencia y una vieja maleta debajo de su pequeño brazo. Todo le parecía tan nuevo, tan distinto.
Pero nada le asombró tanto como esa tarde de verano cuando vio la inmensidad y grandeza del mar por primera vez. Sus pequeños ojos brillaron al encontrarse con algo tan imponente.
Desde ese momento supo que ya no podría vivir en otro lugar.
Pasaron los años y kalil fue creciendo con la alegría de un mulato y la fuerza arrolladora del viento. Pasaba la mayoría del día en el mar, persiguiendo acrobacias con su tabla y jugando a ser espuma.
Era ágil y sabía dominar las aguas, se sentía poderoso, inalcanzable.
Muchas noches lo encontraban despierto, planificando su próximo movimiento y pensando cada paso para seguirle el ritmo a las ondas.
Es que tan fuerte era el poder que sentía cuando el viento le soplaba en el rostro, que lograba dominar su cuerpo sobre la tabla hasta llegar un equilibrio casi perfecto, donde podía confundirse hombre y océano en uno solo. Pero poco a poco su agilidad se convirtió en arrogancia y obsesión. , la ambición lo apoderó y se creyó capaz de desafiarlo.
Pero el mismo mar que lo había visto crecer, es en esencia infinita muy sabio y entiende la naturaleza del hombre.
El día que kalil quiso ser más, le perdonó la vida y lo convirtió en ola.
Es al dia de hoy que cuando un fuerte viento sopla en maresias y una inmensa ola se asoma, dicen que es Kalil que en su soledad, aun intenta jugar a ser espuma..
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