Tierra,
siento sediento tu cuerpo,
y palpo desnudas tus dunas:
doradas arenas,
que mueves serena
como una bailarina de vientre
con piel de canela
y pechos de pasto,
cabellos de ríos
y ojos de mar…
Baila hasta que cese el ritmo de las aguas,
baila hasta que el viento deje de cantar
y deja que los ríos te acaricien suavemente,
y que los árboles lloren sus hojas al despertar.
Tierra,
que siento sediento tu cuerpo
y escucho cansada tu voz.
Duerme bajo los brazos de la higuera
y acúnate silenciosa bajo un rayo de sol:
hoy han vuelto de cantar sus penas
los cielos
y el amor.


© Natalie Najshomov, enero de 2006.


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Colaboración con Gadeira
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