Ahora debo elaborar dos duelos: el que no seas lo que imaginaba, y no volver a verte. La decepción es tan inmensa que opaca toda despedida posible. Ya no soy la misma; el sabor dulce de tu piel se ha reducido a nada; me he quedado ciega de todo sentimiento; en soledad; sin vos que eras mi único público posible. Y me duele el alma mientras inmortalizo los instantes de tu boca susurrando otra ternura, viendo mi piel desintegrarse en esas mismas manos...
Toco fondo; me defiendo infatigable; asciendo esa torre de suspiros que construimos juntos; me desmorono. Detrás, la vida se incorpora en intermitentes sonidos que nada aportan, me pierdo en ese laberinto de sensaciones, mientras mis ojos se derraman en el girar del mundo como una ave clandestina de mirada triste, para elevarme nuevamente y no...

Ana Cecilia. ©