Cuando el elefante Guanoso cortó la electricidad, tiró el alicate a la mierda y se dejó caer rodando por las tejas del techo. Cayó al jardín y se dió a la fuga.
Repentinamente reinó la oscuridad en la llanura y la casa de la jirafa quedó en penumbras. Estaba claro: era una emboscada.
La jirafa, que estaba sentada en la cama con un secador de pelos en la mano, se quedó petrificada, abrió los ojos bien grandes y comenzó a temblar un poquito, sobre todo en los hombros. Automáticamente se acordó de que el elefante se la tenia jurada.
Dejo el secador de pelos, se paró y fue hasta la ventana, luego mirando el horizonte plateado con la mirada perdida, recordó algunas palabras que ella misma había dicho por la tarde:

- Guanoso,… el elefante que caza y no convida.

Cuando la Jirafa le dijo esto a un tapir, el elefante pasaba justo por detrás. El elefante Guanoso escuchó la propaganda de difamación que llevaba a cabo la Jirafa.

- Jirafa, esta noche cuidate. – le contestó Guanoso,... y esta frase le quedo dando vueltas una y otra vez a la Jirafa.

La Jirafa reaccionó de repente, se alejó de la ventana y se hecho cuerpo a tierra debajo de la cama. Esperó, pensó, temió y tembló.
Se escucharon los pasos de Guanoso ultrajando el living, su trompa reventando un jarrón, sus cuernos destrozando la puerta de la habitación... se acercaba la hora.

La jirafa toda doblada casi quebrada debajo de la cama, comenzó a pensar y razonando su situación, se dijo a si misma:

- Es al pedo... es el elefante Guanoso, el que caza y no convida,... cagué fuego.

...Y la Jirafa se entregó a su destino.