Toda su vida fue una niña mimada. Nació en una familia bien constituida, sus padres se casaron jóvenes, pero se amaban a costa de todo.
Fue la mayor y la seguía un año y medio después su hermano con el que crearon un lazo muy importante.
Se crió en un lugar privilegiado, rodeada de bellos paisajes, alejada de lo que hoy se llama “la selva de cemento”. Allí no existía la contaminación, todo era aire puro, con ríos y esteros que nacían desde las más altas montañas, producto de la nieve que en verano tenía sus deshielos. Sus montañas eran envidiables a los ojos de personas que no habitan en aquellos lugares, de diversas formas y colores maravillosos. Las noches en verano eran completamente estrelladas, y cada cierto tiempo, la luna iluminaba de tal manera que parecía un hermoso amanecer.
Cuando viajo a vivir con sus padres a la ciudad, empezó una vida nueva. Debía aclimatarse, acostumbrarse a que en ese sitio ya no seria lo mismo. Ya los bellos paisajes y aire allí no existían.
Estudio en colegios muy buenos. Termino sus estudios en un colegio solo de mujeres, pero nunca temió el hacer amistad con hombres. No le costaba. Tenía el don de sociabilizar con las personas.
Era una mujer hermosa, rubia de ojos pardos. Tenía facciones preciosas y un brillo en sus ojos impresionante. Toda persona que la conocía se encariñaba de inmediato. Era una joven muy buena, con un corazón enorme. No les temía a las personas. En su ser no existía la desconfianza ni la maldad. Tenía una personalidad desbordante, entregaba cariño al mundo, su felicidad y bondad brotaba por sus poros, hacia que a la gente le agradara siquiera saludarla.
Cuando cumplió 17 años, su madre le informo que tendría un nuevo hermano. Para ella fue lo más grande que había oído. Le encantaban los niños y anhelaba algún día tener los propios.
Cuando su hermanito nació, se sintieron muy felices. Como sus padres trabajaban casi tiempo completo, ella y su otro hermano se tomaron el papel de padres de su hermano menor. En aquella casa ya no existía rincón que no estuviese impregnado de amor y felicidad.
Ella tenía un pololo, al que conoció desde los 16 años. Formaron una linda relación basada en un cuento de amor fascinante.
No conocía más que el amor, que en ese entonces era el amor de sus sueños. Su relación era fuerte, mas bien era lo que ella creía, hasta que se dio cuenta que las cosas no eran tan lindas como ella pensaba.
Paso un momento muy amargo en su vida. Su tío, un hombre fantástico; maravilloso, tuvo un accidente atroz. Ella tenia un don que no le agradaba mucho, ya que presentía cosas y el accidente de su tío lo sintió antes que sucediera. Claro estaba que hasta ese entonces nunca lo había tomado como algo importante, pero cuando sucedió la lleno el temor.
Su tío era demasiado apegado a su madre. Tuvieron una niñez muy similar a la de ella y era por eso que el dolor de su madre la afectaba de manera increíble.
En ese entonces, la persona mas fuerte que sentía que la podía acompañar era su pololo, pero él no se dio ni por aludido del enorme sufrimiento que ella sentía.
Ya llevaban casi cuatro años juntos, pero para él eso era insignificante.
Pasado algunas semanas, ella descubrió que estaba embarazada de su gran amor. Cuando se lo comunicó, el comenzó a alejarse. Su pareja claramente era un hombre inmaduro. Comenzó con problemas obvios de hombres que no quieren tener una responsabilidad tan grande en la vida como ser padres, siempre le dijo que él no estaba preparado para serlo, pero ella le afirmaba que nadie nacía preparado, que las cosas debían pasar para aprender, pero aquellas palabras para él no valían, importaba mas el no perder la libertad y seguir siendo un hombre sin responsabilidades siempre.
Su embarazo fue un mar de llanto. Se sentía mal y no porque tuviese problemas, si no porque el padre de su hijo la humillo, la maltrato psicológicamente y luego se alejo.
Trato de ser fuerte y seguir adelante sin él. Tenía el apoyo de sus padres, los que le daban el valor para seguir sin decaer ante nada.
Comenzó a sentirse mal. Su cuerpo comenzó a hincharse y tenía síntomas de perdida. La llevaron a un hospital, donde le detectaron una preeclampsia y operaron de urgencia, porque corría riesgo de morir tanto ella, como su hijo que venia en camino. Su bebé nació de siete meses, pero no pudo verlo, simplemente porque con el problema que llego al hospital, hizo que perdiera la vista de manera momentánea.
La llevaron a sala de recuperación, todo iba bien, hasta que de pronto comenzó con convulsiones. Los doctores invadieron aquel cuarto y la llevaron a una sala que ella no sabia bien lo que era, porque a ratos perdía el conocimiento. Lo ultimo que recuerda de eso, fue que se acerco un doctor de rasgos orientales, y ella en su desesperación le dijo: “no me abandone, aquí murió mi tío, y yo no quiero morir”, el asintió, le toco la cabeza y ella ya no supo mas de nada.
Al despertar, descubrió que no estaba nada bien. Tenía algo en su garganta, que le impedía hablar. Escucho a los doctores que estaban cerca de ella decir: “está muy mal, no sobrevivirá”. Se desespero al no poder gritar que ella estaba bien. Que viviría para conocer a su hijo.
Le dio un síndrome de Hellp. Es una enfermedad complicada. Se desarrolla horas después del parto y ello le provoco un edema pulmonar, paros cardio respiratorios y una serie de complicaciones más. Estaba conectada a un ventilador mecánico, al 100%, lo que quiere decir que ella no respiraba sola.
Estuvo 4 días en la UCI, luchando por sobrevivir. Quería ganarle a la muerte.
Cuando salio de aquel lugar, lo único que quería era conocer a su hijo. Cuando lo vio rompió en llanto. Toda la fuerza que había tenido días antes, de no caer en desesperación para salir bien de la UCI y conocer a su hijo, se desvaneció al momento de verlo. Su bebé estaba en una incubadora. Nació bajo peso y muy pequeño. Allí le contaron las matronas que mientras ella estuvo en la UCI, su hijo también estuvo conectado a un ventilador, y el día que ella salio de allí, su hijo empezó a reaccionar y a respirar solito.
Le tomo su manito, y por primera vez en su vida, sintió derretirse ante esa sensación de amor, pureza y magia que le transmitió ese niño al apretarle su dedo.
Al correr del tiempo, se dedico en cuerpo y alma a su hijo. El padre de aquel niño volvió pidiéndole que regresaran, que lo hicieran por el amor que sentían desde años y que ello había dado frutos. Ella lo perdono y decidió hacer como si nada nunca hubiese pasado. Pero aquella relación duro solo unos meses más. El la dejo diciéndole que ya no era lo que quería. Nuevamente la hirió y humillo, diciéndole que había encontrado la verdadera mujer que el había buscado.
Para ella eso fue lo peor. Amaba a ese hombre, ya que había sido su primer amor. Pero de nuevo se vio su valentía y fuerza, y pensó que su vida ahora era mucho más importante, porque tenia algo que era solo de ella, su hijo.
Cada noche admiraba, contemplaba y no encontraba palabras para decir todo lo que sentía por ese ser que la llevo a sentirse importante.
Daba gracias a Dios por haberle dado el privilegio de sentir lo que era ser madre. Por haber sobrevivido y conocer, cuidar y amar lo que el Señor le había enviado desde el cielo.
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