Hay un lugar en donde en todo caso la tristeza se convertiría en la más monstruosa ironía, al darnos cuenta que la película no es tan fea como pensamos, al darnos cuenta quizás tarde, cuando los minutos corren como automovilistas enloquecidos, y las horas nos saludan con poses burlonas, y las verdades casi todas mentidas por la piedad de los que nos abrazan condescendientes, son solo las verdades que ellos realmente ignoran que también son mentiras.
Como explicar la tristeza, como asumirla, cuando solo revolotea alrededor de nuestro silencio, se hace amiga de nuestra memoria y camina por la cornisa de nuestra cabal y singular sorpresa.
Nuestra inmovilidad tiene la espalda doblada hacia el consuelo egoísta de unos pocos .
Y el pasado gira, tejiendo una y otra vez las cicatrices escondidas debajo de la piel.
¿Y si la muerte es esto? Caminar sin poder arrancarse los nombres, perdidos, invisibles, acunando la palabra, hamacándola en las noches estrelladas, agonizando por la rima incompleta.
Acaso alguna estrofa derrote este transcurrir de gritos acorralados en nuestras garganta.
Mientras tanto pensemos algo bello, no importa que sea cierto...