Un agujero supura frío, con su cara de emplasto mustio, apretado aire que eleva la caricia inquieta. Afuera está la calma rasguña el oído, desmemoria raíces entroncadas, cruje la tarde apostillada entre los huesos. Cae el velo sobre tiempos de otoño. Tanto dolor ajeno propio a ceder extremidades viaja con voz de tambor roto para aparcar en veredas empuñadas de asfalto. Cae el velo resuelve los teoremas. © Silsh
Texto agregado el 19-11-2003, y leído por 181 visitantes. (3 votos)